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Cómo afecta el estrés a la salud

Cómo afecta el estrés a la salud

Se ha demostrado que el estrés afecta tanto a nuestra salud física como mental. La respuesta a las presiones externas o internas a las que nos vemos sometidas con frecuencia es lo que conocemos como estrés, y si es excesivo o no se controla, puede desencadenar diversos trastornos físicos y emocionales.

Índice

Tipos de estrés

El estrés se va generando a medida que nos alerta sobre determinadas circunstancias de emergencia o peligro. Sin embargo, cuando este se activa constantemente lo que genera es desgaste y agotamiento de nuestro cuerpo.  Es cierto que (y más hoy en día) resulta prácticamente imposible vivir sin estrés. Y a pesar de que en dosis pequeñas puede ser lo que impulse el cumplimiento de nuestras metas, también puede resultar peligroso. Existen dos tipos de estrés:

Estrés agudo: estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. El estrés agudo nos ayuda a controlar las situaciones peligrosas. También cuando hacemos algo nuevo o emocionante. Todas nosotras hemos sufrido o sufriremos estrés agudo en algún momento de nuestra vida.

Estrés crónico: este tipo es el que no desaparece rápidamente. De hecho, el estrés crónico es el que dura un periodo prolongado en el tiempo. Suele durar semanas o meses. Además, este tipo de estrés es un problema y una enfermedad, aunque nos cueste reconocerlo. Cuando somos conscientes, pero no encontramos la manera de controlarlo, puede llegar a originarnos problemas al mantener los niveles de la hormona del estrés, el cortisol, muy elevados. 

¿Es cierto que afecta a nuestra salud?

Así es, el estrés afecta a nuestra salud. ¿Por qué? Sabemos que el estrés es la reacción de nuestro cuerpo a un determinado desafío o demanda. Y sí, como decíamos, en episodios breves puede resultar muy positivo, pero cuando se alarga daña nuestra salud.

Cuando no tenemos los caminos o la forma exacta para canalizarlo, el estrés se convierte en un problema perjudicial para nuestra salud. Comenzarán a aparecer algunas señales claras como la ansiedad y la irritabilidad. Y después, no suficiente con ello, el estrés también se mostrará en nuestro físico. ¿De qué manera? Risa nerviosa, dolor de espalda y cabeza, tensión muscular, malestar estomacal, dolor en el pecho, fatiga, boca seca, ganas constantes de ir al baño, etc.

Además, a raíz del estrés también podemos padecer insomnio. La falta anormal de sueño y la dificultad para conciliarlo puede ser consecuencia de una vida llena de problemas y, por consiguiente, del estrés.

También pueden originarse algunas enfermedades, propiciadas por el debilitamiento de nuestras defensas corporales, como la hipertensión arterial, enfermedad que se desarrolla sin causa aparente, pero vinculada enormemente a nuestras preocupaciones diarias.

Y es que el estrés debilita el sistema inmunitario y, por consiguiente, se pueden sufrir más resfriados y otras infecciones.

El estrés también afecta a nuestro peso. El aumento de peso es otro de los problemas ocasionados por dicha alteración de nuestro organismo dada la ansiedad que genera. A su vez, también puede conllevar a algunas enfermedades más graves como el cáncer, afectando negativamente y en mayor proporción a las personas con obesidad.

Y, por supuesto, afecta a muestro estado de ánimo y nuestra salud mental causando, además de ansiedad e irritabilidad, síntomas de inquietud, falta de motivación, abrumación, enojo, tristeza o incluso depresión. Todo esto puede causar también cambios en el comportamiento, como alteraciones del apetito, arrebatos de ira, drogadicción o alcoholismo, aislamiento social...

En definitiva, el estrés crónico es muy perjudicial para la salud y se haya detrás de algunas enfermedades crónicas graves como las cardiovasculares. Por eso, si estás muy estresada, debes tratarte cuanto antes. 

¿Cómo se trata el estrés?

No hay tratamiento como tal para combatir el estrés, ese conjunto de alteraciones que se producen en nuestro organismo, pero sí que existen algunas recomendaciones para evitar en la medida de lo posible no padecerlo habitualmente.

Va a sonar típico, sí, pero en realidad es una opción fabulosa para combatirlo. El ejercicio es una muy buena forma de hacer desaparecer el estrés casi como por arte de magia. Si no estamos acostumbrados, lo ideal es empezar a ejercitarnos entre 15 y 45 minutos con una intensidad que oscile entre un 30 y 60%. Además, como ejercicio, el yoga es una muy buena opción para tomar las riendas de esta situación y acabar con él.

Otras formas muy saludables de combatirlo son las siguientes: hacer descansos regularmente, coger vacaciones o escuchar música relajante. Y, por supuesto, no debemos olvidarnos de lo principal: la risa. Cuando nos reímos, se reduce el nivel de hormonas que desarrollan el estrés, como el cortisol, y además se incrementa el nivel de las que mejoran la salud, como las endorfinas, las hormonas que segregamos cuando nos reímos.

Las endorfinas son las hormonas que potencian nuestro sistema inmunitario, causan un aumento de la sensación de bienestar y nos ayudan a combatir el estrés. De hecho, un estudio llevado a cabo por dos psicólogas de la Universidad de Kansas concluyó que la risa tiene un efecto en el cuerpo a un nivel químico, que provoca en quien sonríe un bienestar físico de 24 horas de duración.

Además, según los estudios de neuroimagen y las afirmaciones de Antonio Rial García en su libro “Repensar el cerebro: secretos de la neurociencia”, es en las mujeres en quienes se activan con mayor intensidad las regiones del cerebro involucradas en el procesamiento del lenguaje y la memoria de trabajo cuando escuchan o leen algo divertido.

Y si nada funciona, no dudes en acudir a un profesional de psicología o medicina que te dé las pautas necesarias para reducir el estrés.

Así que chicas, ¡a reírse sin parar!

Fuente:

Ahmed SM, Hershberger PJ, Lemkau JP. Psychosocial influences on health. In: Rakel RE, Rakel DP, eds. Textbook of Family Medicine. 9th ed. Philadelphia, PA: Elsevier; 2016:chap 3.

Redacción: Ana Ruiz

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