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¿Cuál es la diferencia entre igualdad y equidad?

¿Cuál es la diferencia entre igualdad y equidad?

Los conceptos de igualdad y equidad son frecuentemente confundidos debido a que comparten la misma raíz, pero están lejos de ser sinónimos. Mientras que la igualdad busca el trato y el reparto idéntico entre la población independientemente de sus condiciones, la equidad es la idea que tiene como objetivo el reparto proporcional entre personas con diferentes tipos de necesidades… con el propósito de igualarnos a todos.

 

 

 

Índice

Para comprender completamente el significado de estos conceptos, es necesario comprender su origen etimológico. ‘Igualdad’ viene del latín “aequalĭtas”, que literalmente significa “equilibrado, relativo”, por lo que podemos entender que su significado es el principio o condición que reconoce una equiparación en cuanto a derechos y obligaciones de todas las partes que conforman un todo. Por otra parte, ‘equidad’ proviene también del latín “aequss” que quiere decir “igual”, pero también tiene raíces griegas: “͗επιεικεία” que quiere decir “justicia en el caso correcto”. Por lo que la definición de equidad es repartir de forma proporcional lo que cada uno necesita, ni más, ni menos. Este concepto engloba algo mucho más allá, pues considera que para alcanzar el estado de libertad se debe incluir a la justicia: conseguir que todos seamos iguales en nuestras particularidades y necesidades individuales, teniendo en cuenta nuestras diferencias y respetando cada una de ellas.

No son sinónimos, pero tampoco antónimos

A pesar de que no son sinónimos, tampoco son conceptos contrarios. Hablar de igualdad implica tratar un principio jurídico universal que establece que todas las personas son iguales en la sociedad, que no existen diferencias en el valor sin importar la raza, nacionalidad, género, preferencias sexuales, edad y otros. Por eso podemos hablar de igualdad ante la ley, igualdad social, igualdad de género o igualdad de oportunidades. Y en realidad, es cierto: todos somos seres humanos y por lo tanto debemos gozar de los mismos derechos y oportunidades. No obstante, tenemos limitaciones y condiciones diferentes. Ya sea por prejuicios sociales arraigados en la historia –como el racismo o la superioridad del hombre frente a la mujer–, por haber nacido en un país en vías de desarrollo, por tener algún tipo de discapacidad, por otros motivos de discriminación, etc.  Y ahí es donde entra en juego la equidad, que involucra un reparto justo entre “desiguales”, es decir, “para cada quien de acuerdo con sus necesidades y a cada uno de acuerdo a sus capacidades”.

Por eso se da la paradoja de que una sociedad con un trato ‘igualitario’ sería una población ‘desigual’, pues se estarían obviando las desigualdades que existen entre la diversidad humana. La igualdad es el concepto –que lamentablemente, a veces, parece utópico– al que debemos llegar a través de la equidad. Por eso, esta última introduce en su significado el término ‘justicia’. La equidad busca resolver este desequilibrio por medio de diversas acciones. Por ejemplo, el derecho al voto femenino contribuyó a la equidad de género.

La libertad no es una condición con la que se nos obsequia al nacer. Aunque sería lo ideal, tenemos que luchar y movernos para transformarnos en una sociedad que a través de la equidad logre una igualdad real.

Cada uno tiene una altura, ¿ven todos el mismo partido?

Para plantear la diferencia entre la igualdad y la equidad podemos explicar un ejemplo práctico. Supongamos que hay un partido –de baloncesto, tenis, fútbol…–, y hay tres espectadores detrás de una valla. Uno de ellos es alto, otro de estatura media y el último es bajo. A pesar de la diferencia de sus estaturas los tres son seres humanos y son iguales en su condición. Pero el primero disfruta del partido y lo observa sin problemas. El segundo, puede verlo aunque con cierta dificultad porque sus ojos apenas superan la altura de la valla. Y el tercero… sólo intuye el partido por la euforia de sus compañeros, porque el muro le impide ver completamente el partido. Por tanto, a pesar de que son iguales y deberían poder disfrutar los tres, la distribución del campo no les ha tratado de forma equitativa, teniendo en cuenta su altura, y no se ha adaptado a sus diferencias, en este caso, físicas. Si la organización del partido hubiera actuado de forma equitativa, habría puesto taburetes para que todos pudieran ver a su equipo favorito.

Otro ejemplo: todos somos iguales y, por lo tanto, tenemos derecho a la educación. Pero los niños de zonas rurales tienen más complicado ir al colegio. En este caso, el estado tiene la obligación de hacer algo para que ellos también puedan acceder sin problemas a la educación. Es necesario equidad para que haya igualdad. 

La ‘igualdad’ y la ‘equidad’ en el mundo

Las palabras cambian con el idioma y el contexto en el que convivimos. Por eso, en España y Europa en general se suele utilizar el término igualdad para englobar a todos los matices que involucran tanto equidad como igualdad. En México y Latinoamérica, en cambio, suele ser marcada la diferencia en el significado y uso de igualdad y equidad.

La igualdad de género, la equidad de género y el feminismo

Dentro de la lucha por la igualdad, también existen muchas particularidades. Lo mismo ocurre por la lucha de las desigualdades entre géneros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), género significa el conjunto de comportamientos, actividades, funciones y atributos que la sociedad designa a los hombres y mujeres. Tenemos diferencias, a veces visibles, entre ambos géneros. Pero se ha tratado de forma deshonesta la designación de lo que significa ‘ser hombre’ y ‘ser mujer’ en el mundo. La sociedad ha puesto al hombre en primer lugar, y a la mujer en segundo plano, casi exclusivamente a su servicio. Cuando no existen limitaciones, ni físicas ni psicológicas, de ningún tipo entre ambos.

La famosa frase de ‘ni machismo ni feminismo, igualdad’ también es deshonesta. Para la UNESCO, la igualdad de género se refiere a la igualdad de oportunidades, responsabilidades y derechos entre hombres y mujeres; igualdad en la cual ambos puedan alcanzar la vida que deseen. Pero para alcanzar ese estado la mujer debe superar las barreras sociales y culturales a las que ha estado sometida a lo largo de la historia, incluyendo la violencia de género tan extendida. Exigir igualdad entre géneros en una población que no trata de manera equitativa a ambos géneros –es decir, sin tener en cuenta los prejuicios sociales que llevan a sus espaldas–, es simplemente un concepto teórico, no una realidad.

En esta parte actúa la equidad de género que debería asegurar la justicia entre ambos géneros. Al hablar de equidad, se habla de un reparto equivalente y justo de obligaciones, responsabilidades y beneficios. Mientras que la igualdad de género sólo proponía que tanto hombres como mujeres tuvieran los mismos deberes y derechos, sin hacer distinciones, la equidad busca que haya justicia dentro de esa igualdad. La equidad es por tanto la actuación para alcanzar la igualdad.

La equidad de género es la definición más cercana al feminismo, pero existen matices entre ambos. Para hablar con propiedad, la equidad es velar para que ambos géneros tengan un reparto equitativo según sus necesidades. Y el feminismo va un paso más allá: es el movimiento que lucha por la realización efectiva del principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Por tanto, este concepto engloba la participación activa y la concienciación de la población para que la mujer alcance la misma posición y se coloque a la misma altura que el hombre.

Fuente:

Villegas-Arenas, G. y Toro-Gaviria, J. A. (2010). La igualdad y la equidad: dos conceptos clave en la agenda de trabajo de los profesionales de la familia. Revista latinoamericana de estudios de la familia, 2. 98-116.

Redacción: María Segura

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