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Cómo actuar ante un ataque de ansiedad

Cómo actuar ante un ataque de ansiedad

Controlar la ansiedad implica, sobre todo, cambiar algunos hábitos de nuestra vida y cumplir esas promesas de vida saludable que nos prometemos constantemente. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla: lo que más necesitamos es regularidad, es decir, mantener una rutina diaria que, por supuesto, no tiene por qué ser aburrida.

Índice

¿Por qué surge la ansiedad?

Seguro que ya te has dado cuenta de que, a día de hoy, las mujeres estamos cargadas de infinidad de responsabilidades que nunca antes habíamos tenido. Anteriormente, las mujeres se dedicaban en exclusiva a los hijos y al hogar, por lo que la carga podía resultar más llevadera.

Sin embargo, ahora somos mujeres entregadas por completo al trabajo, a la familia, a los amigos, y a algunas de las actividades que adoramos hacer. Entonces, el tiempo que dejamos para nosotras mismas es muy reducido y surge el estrés.

¿Qué sucede? Pues bien, aparece una emoción, una respuesta normal o adaptativa que prepara al cuerpo para reaccionar ante una determinada situación de emergencia. Algo relacionado con la supervivencia, el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad. Y esa emoción, esa respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos internos o externos, que son percibidos por el individuo como amenazantes o peligrosos, y se acompaña de un sentimiento desagradable, es la ansiedad.

En algún momento de nuestra vida, ya sea por estrés, un exceso de nerviosismo o un temor hacia algo o alguien, algunas mujeres podemos sufrir una crisis de ansiedad o ataque de pánico. Esta suele caracterizarse por una serie de síntomas variados como una aceleración brusca del pulso, mareos, sensación de falta de aire, sudoración repentina, hormigueo en las piernas, etc. Siempre y cuando estos síntomas no estén fuera de control, nos ayudarán a mantenernos completamente concentradas y a afrontar los retos que nos vayan surgiendo.

Sin embargo, a veces no todo funciona como nosotras queremos, y la ansiedad se convierte en un trastorno, pues se presenta de manera desproporcionada, aparece de manera intensa y moderada, y sin motivo aparente. Los trastornos por ansiedad son, en su conjunto, la enfermedad psiquiátrica más frecuente y requieren ayuda especializada. Es cierto que, en ocasiones, con algunas sesiones de psicoterapia será suficiente; sin embargo, muchas veces se precisará de suplementos orales para poder reestablecer el balance bioquímico del cerebro.

¿Cómo actúo ante la ansiedad?

Aparece sin darnos cuenta, nos desborda por completo y se expresa en múltiples formas.

Lo primero que hay que saber es que un ataque de ansiedad puede aparecer en cualquier momento y suele durar entre cinco y treinta minutos. Aunque el ataque de ansiedad no dure mucho, es habitual encontrarse agotada o muy cansada después de haberlo sufrido.

Además, dependiendo de cada mujer, durará más o menos tiempo. Si el tiempo es mucho más elevado, probablemente se trate de un alto nivel de ansiedad y no de un ataque en sí mismo, puesto que este puede durar como máximo una hora.

Aquí lo verdaderamente importante es saber lo que nos está ocurriendo y tratar de utilizar algunas estrategias del pensamiento con el fin de gestionar el ataque de la mejor manera dependiendo del nivel de ansiedad en el que nos encontremos.

Es completamente necesario eliminar de nuestra mente aquellas situaciones que nos provocan angustia o, en el peor de los casos, pánico. Y también se necesita recurrir a una serie de pensamientos positivos, preparados con antelación, y a los que acudiremos para esquivar sentimientos abrumadores y agobiantes.

Debemos saber que las crisis de ansiedad generadas por problemas físicos deben detectarlas los especialistas para conseguir una solución determinada, que suelen ser los medicamentos. Sin embargo, si se trata de causas psicológicas, las medidas preventivas para conseguir un equilibrio completo y espiritual son el control de la respiración, la meditación y la visualización.

Pautas ante un ataque de ansiedad

Por tanto, ante un ataque de ansiedad de causas psicológicas debemos tener en cuenta una serie de pautas:

  • El primer paso para calmar esa ansiedad es superar el miedo. En ocasiones, las crisis de ansiedad aparecen por temor a tener una crisis de ansiedad.
  • A continuación, si tenemos la oportunidad, sería muy favorable caminar e intentar dejar la mente en blanco mientras respiramos.
  • Si no podemos hacerlo, es importante beber pequeños sorbos de agua y respirar profundamente.
  • Siéntate en un lugar tranquilo y cierra los ojos.
  • Distrae tu atención hacia algo diferente a lo que te está sucediendo. Por ejemplo, contar desde 100 hasta 0 de 2 en 2 o fijarse en algún objeto que haya cerca y mirarlo fijamente puede ayudarte.
  • Visualiza un lugar que te haga sentir bien: la playa, el cielo o cualquier lugar que te ofrezca sensación de paz.
  • Trata de relajarte y estar tranquila. Repítete que las reacciones de tu organismo no son amenazantes ni peligrosas, que en un rato pasará y que todo se solucionará. No debes tener miedo.
  • Procura controlar la respiración. Si la respiración se acelera, se produce lo que se conoce como “hiperventilación”. Eso lleva a un desequilibrio entre la cantidad de oxígeno y la de CO2. Para ayudarte, puede ser útil meter la cabeza en una bolsa y respirar dentro o tomar aire por la boca mientras cuentas hasta 4 –debes notar que tu pecho y abdomen se llenan–, mantenerlo un par de segundos y soltarlo lentamente contando de nuevo hasta 4.
  • La relajación muscular también puede serte útil. Concéntrate en tu cuerpo y “suelta” conscientemente cada músculo desde los pies a la cabeza.
  • Usa aceites esenciales esenciales. Ponte unas gotas en las muñecas o échalas en un pañuelo y huélelo. Las infusiones de valeriana, manzanilla, tila o lavanda son relajantes naturales.
  • Es fundamental observar las situaciones que nos generan más ansiedad, e intentar visualizar escenas relajantes o momentos felices. Si las imágenes positivas llegan a nuestra mente, será mucho más difícil que la ansiedad entre en ella.
  • Moverse y realizar algunos ejercicios de estiramiento puede ayudar también a rebajar esa tensión acumulada.
  • Finalmente, podemos optar por la meditación para alejar la ansiedad y colmar nuestra mente de pensamientos positivos, y tomar algunas infusiones relajantes para controlar los nervios.

¿Qué no debo hacer?

La ansiedad remite por sí misma, por lo que si en alguna ocasión hacemos alguna especie de ritual para tranquilizarnos y acaba por remitir la ansiedad, no es aconsejable asociarlo con la disminución de la crisis. Esto es un error muy grave en el que caemos la mayoría de las personas que sufrimos o hemos sufrido alguna crisis de ansiedad.

Los diferentes “rituales mágicos” que se realicen con el fin de relajarse y superar las crisis de ansiedad no son la herramienta que sirve para actuar ante una determinada crisis ya que estos, en realidad, no tienen ningún sentido. Por otro lado, otra de las conductas que nos va a acarrear más problemas que soluciones es huir. La huida no sirve de nada. De hecho, cuando nos encontramos ante una crisis de ansiedad lo mejor es no hacer nada. Es decir, la mejor opción es reconocer que se está sufriendo una crisis y pasarla. Por tanto, si huimos las consecuencias serán más graves.

La evolución de los problemas de ansiedad cursa con periodos de reducción y desaparición de los síntomas durante un intervalo de tiempo variable. Es cierto que con un tratamiento apropiado se puede convivir de manera adecuada. Un tratamiento efectivo ayuda a disminuir los síntomas, mejorar la autoestima, volver a disfrutar de la vida y prevenir recaídas.


Si las crisis son habituales lo mejor es buscar ayuda para gestionarla de la mejor forma posible. Como mejor se trata la ansiedad y se obtienen los mejores resultados es con la terapia psicológica.

Fuente:

American Psychiatric Association. Anxiety disorders. In: American Psychiatric Association, ed. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. 5th ed. Arlington, VA: American Psychiatric Publishing; 2013:189-234.

Redacción: Ana Ruiz

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