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Los refrescos sin azúcar también son malos para la salud

Los refrescos sin azúcar también son malos para la salud

Un estudio relaciona los refrescos sin azúcares con los accidentes cerebrovasculares y la demencia, lo que nos plantea un dilema… ¿Qué podemos beber que no sea malo para la salud? ¿Solo agua?

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¿Los refrescos sin azúcar son sanos?

Mucha gente ha eliminado de su vida los refrescos con gas normales ya que contienen una gran cantidad de azúcares que, entre otras cosas, producen sobrepeso y obesidad. Sin embargo, los refrescos sin azúcar tampoco son mucho mejores que los normales para nuestra salud ya que diversos estudios asocian los edulcorantes artificiales que se usan en este tipo de bebidas con un mayor riesgo de derrames cerebrales y demencia.

En un estudio publicado en el Stroke Journal, los investigadores rastrearon a más de 4.000 adultos mayores de 45 años y observaron cuántas bebidas edulcoradas o endulzadas artificialmente habían bebido entre 1991 y 2001. Luego, durante los siguientes diez años, realizaron un seguimiento de la incidencia de accidente cerebrovascular o demencia en esos grupos. Después de controlar todo, desde la dieta hasta la edad y el sexo, descubrieron que "una mayor ingesta acumulada más reciente y más alta de refrescos endulzados artificialmente se asociaba con un mayor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico y demencia por diversas causas, incluida la demencia por Alzheimer".

En concreto, el estudio mostraba que, en comparación con las personas que nunca bebían refrescos endulzados artificialmente, los que bebían uno al día tenían casi tres veces más probabilidades de tener un accidente cerebrovascular isquémico, causado por un bloqueo en los vasos sanguíneos. También encontraron que aquellos que bebían uno por día tenían casi tres veces más probabilidades de ser diagnosticados de demencia. Mientras que los que bebían de una a seis bebidas edulcoradas artificialmente a la semana tenían 2,6 veces más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico pero no tenían más probabilidades de desarrollar demencia.

Es importante señalar que lo que ha descubierto este estudio es una asociación, no una relación de causalidad: no han demostrado que los edulcorantes artificiales sean los culpables aquí, pero seguro que no ayudan a evitar este tipo de enfermedades.

Además, otro estudio en el que participaron varios países europeos y en el que se analizó a más de 450.000 personas durante una media de16 años muestra una asociación entre el consumo habitual de refrescos -sean azucarados o edulcorados artificialmente- y un mayor riesgo de muerte prematura.

"En la investigación vimos que las personas que tomaban más de dos vasos de 250 ml al día de refrescos tenían un riesgo de muerte prematura que era un 17% mayor que el de aquellos que tomaban menos de un vaso al mes", señala Dora Romaguera, investigadora de la red CIBERobn, del Instituto de Investigación Sanitaria Illes Balears y una de las principales firmantes de este estudio de cohorte prospectivo.

Esta investigación, al igual que la anterior, también es observacional, por lo que "no es posible establecer relaciones causales entre el consumo de refrescos y la mortalidad prematura". Sin embargo, "apoya las iniciativas de salud pública destinadas a limitar el consumo de refrescos" ya que, ni siquiera los refrescos sin azúcar son saludables.

Los investigadores analizaron el impacto entre el consumo de refrescos y distintas causas de mortalidad y encontraron una relación específica entre la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y los refrescos edulcorados artificialmente.

Por un lado, señala, "es posible que el consumo de refrescos, aunque sean 'light', se asocie con otros estilos de vida no saludables, si bien en el estudio hemos ajustado por variables como el peso o el tabaquismo", explica. Por otro lado, algunos estudios experimentales han señalado que los edulcorantes artificiales podrían afectar a la microbiota intestinal, aumentar la resistencia a la insulina o favorecer procesos inflamatorios, entre otros posibles mecanismos de mediación.

Son seguros, pero no excedas su consumo

En cuanto a la respuesta por parte de la Asociación Estadounidense de Bebidas (ABA) a este estudio, ellos afirman que: "La FDA (Food and Drug Administration), la Organización Mundial de la Salud, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y otros organismos han revisado extensamente edulcorantes bajos en calorías y todos han llegado a la misma conclusión: son seguros para el consumo. Si bien respetamos la misión de estas organizaciones para ayudar a prevenir enfermedades como el accidente cerebrovascular y la demencia, los autores de este estudio reconocen que sus conclusiones no demuestran, ni pueden, la causa y el efecto".

Obviamente tienen parte de razón ya que este tipo de ingredientes, tomados de manera muy ocasional, no son malos para la salud, por eso se permite usarlos en la industria alimentaria y de bebidas. Sin embargo, no es el único estudio que advierte de edulcorantes bajos en azúcares como el aspartamo o la sacarina. Supuestamente mejores que el azúcar blanco, se emplean en productos de dieta ya que su contenido calórico es mucho menor. Sin embargo, un consumo excesivo de ambos también es perjudicial para la salud. La sacarina incluso se ha prohibido en Canadá por su relación con el cáncer.

Por lo tanto, después de este tipo de estudios nos queda una duda… ¿qué podemos beber aparte de agua? Pues bien, lo primero es que hay que indicar que estos estudios hablan de consumo diario o casi, por lo que nada nos impide tomarnos de vez en cuando un refresco de gas con o sin azúcar. Si es algo puntual, no dañará nuestra salud.

También se pueden beber unas dos tazas de café al día, zumos naturales, tés y otras infusiones que, además de no ser malas, pueden incluso ayudarnos con la digestión, el sueño u otros problemas.

Así que ya lo sabes, si no quieres llegar a viejo con más posibilidades de sufrir demencia o un accidente cerebrovascular, mejor deja los refrescos con gas, incluso los que no tienen azúcar, fuera de tu lista de la compra diaria.

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