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El cerebro: el órgano más importante del sexo

El cerebro: el órgano más importante del sexo

Seguro que piensas que los órganos más importantes para el sexo son los genitales, pero lo cierto es que el principal órgano sexual es nuestro cerebro ya que, además de regular las hormonas que intervienen en el acto sexual, manda en nuestros sentimientos.

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La excitación está en el cerebro

Si piensas que el origen de la excitación está en algún punto determinado del cuerpo, te equivocas; está en el cerebro. Así, cualquier parte de nuestra anatomía puede ser un “punto G” con la estimulación adecuada si nuestro cerebro lo interpreta como placentero. Por eso hay gente que se excita cuando le tocan las orejas y otros cuando hacen lo propio en la base de la espalda, por ejemplo. Porque el cerebro de cada uno interpreta esos actos de una manera diferente.

Y es que para que estemos excitados hace falta que el cerebro comience a fabricar una serie de hormonas: feniletilamina, un compuesto de la oxitocina, responsable de la excitación; y dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer, principalmente.

Cuando comenzamos a fabricar esas hormonas, estamos listos para disfrutar del sexo, sea como sea.

Esto ocurre tanto en hombres como en mujeres, pero en estas últimas es más acusado. Así, la mayoría de mujeres no alcanza el orgasmo solo con la penetración o la estimulación del clítoris, sino que tiene que dejarse llevar para que el cerebro se libere y disfrute.

Así lo explica John Money, neuroendocrinólogo en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (EE UU): “El mayor y más potente órgano sexual no está entre las piernas de hombres y mujeres, sino detrás de las orejas”.

Por eso es importante que las mujeres aprendan a ser sexualmente inteligentes, es decir, a usar su cerebro de manera adecuada durante el sexo. ¿Cómo? Siguiendo unos sencillos consejos:

- Aceptar nuestra sexualidad y vivirla de manera libre y sin prejuicios ni tabúes. Los miedos y represiones son la base de muchas disfunciones sexuales. Es fundamental liberarse de todos los prejuicios y tabúes que nos han inculcado de pequeños, sobre todo en las familias muy religiosas, para comprender que el sexo no es nada malo y que tampoco hay nada malo en ciertas prácticas como la masturbación, el sexo oral o el sexo anal.

- Conocer nuestro cuerpo para saber qué nos excita y cómo podemos llegar al orgasmo. La masturbación es esencial para saber qué nos gusta sexualmente. No todas las mujeres consiguen llegar al orgasmo de la misma manera. Algunas son más “clitorianas”, es decir, necesitan la estimulación del clítoris, mientras que otras son más vaginales, necesitan la estimulación del punto G situado en el interior de la vagina. Es importante conocerse y saber qué le funciona mejor a cada una para llegar al orgasmo. Y, por supuesto, saber pedírselo a nuestra pareja.

- No realizar nada que no queramos o que no nos guste simplemente porque lo hace mucha gente. La presión de la moda o del qué dirán o de lo que hacen los demás, sobre todo a ciertas edades, puede hacernos realizar prácticas sexuales que no son de nuestro agrado o que en ese momento o con esa persona no nos apetece hacer. Siempre hay que saber decir “no” a lo que no queramos hacer en todos los terrenos, pero especialmente en el terreno sexual para poder disfrutar y no sentirse mal.

Decir cosas sucias, nos pone

Es por eso que decir “cosas sucias”, lo que se conoce en inglés como “dirty talk”, suele excitar a la mayoría de personas. Así lo recoge una investigación publicada por Medical Daily que establece que el cerebro es fundamental en la actividad sexual. El deseo sexual nace en el hipotálamo y la amígdala, por su parte, es un centro de temor del cerebro y ambas se ven afectadas cuando decimos “cosas sucias”.

Esto prueba que el cerebro es una de las zonas más erógenas que tiene el cuerpo. Por eso, no te cortes y, si tanto a ti como a tu pareja os pone decir cosas sucias, que no te dé vergüenza y aprovecha esa parte del sexo para que resulte más placentero.

Además, esta investigación pone de manifiesto que el hipotálamo es más grande en los hombres, lo que hace que circule más testosterona por su cuerpo y tengan mayor deseo sexual. Mientras que las mujeres lo tienen más pequeño, por lo que su nivel sexual suele ser menor.

A pesar de eso, el sexo es importante para ambos, hombres y mujeres, y debe formar parte de nuestra vida ya que nos aporta muchos beneficios: tiene efectos positivos para nuestra piel y nuestro pelo, mejora la musculatura y la resistencia, fortalece el sistema inmune, reduce la percepción del dolor, mejora la higiene bucal, favorece el sueño, reduce el estrés y la ansiedad, reduce la hipertensión arterial, previene la atrofia vaginal, incrementa la autoestima y, en definitiva, aumenta nuestra felicidad.

Fuente:

John Money, neuroendocrinólogo en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore

Redacción: Irene García

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