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Cómo decir la verdad sin lastimar

Cómo decir la verdad sin lastimar

Para definir el concepto de verdad podríamos recurrir al diccionario: conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente, con lo que se siente o se piensa. Por lo tanto, para entender la totalidad de la verdad tendríamos que recurrir a todas las realidades y sentimientos del mundo, mezclarlas y procurar que no se contradigan. La verdad absoluta es una utopía, una forma de mentira extendida. Tu verdad es tuya y no es garantía de que estés ajustándote a la realidad objetiva, por lo que no debes tener miedo a expresarte. Estar en sintonía con tus pensamientos, tus sentimientos y vivir en paz con tu verdad te hará libre.

 

 

 

Índice

La sociedad está repleta de mentiras ‘piadosas’ que configuran nuestra forma de socializar y mantener relaciones amables con las personas. Vivimos bajo el pacto implícito de mentir en las relaciones humanas para convivir con armonía. Por eso, nos enfadamos cuando alguien nos dice su verdad, bien porque nos parezca demasiado ‘dura’ o porque sentimos que hemos sido cuestionados. No obstante, es igual de cierto que muchas personas se camuflan bajo ese halo de ‘honestidad’ para imponer su verdad y por el placer de ofender al resto de individuos.

Sea cuales sean los motivos, tendríamos que ser capaces de decir y escuchar verdades que no nos gusten, sin que esto nos lleve a grandes conflictos. Aprender a escuchar las verdades ajenas y luego hacer con ellas lo que se quiera. No debemos perdernos la gran oportunidad de saber qué piensan los demás, pues eso enriquecerá y hará más justa nuestra propia verdad.

Analiza tu verdad

Como si fueras un cirujano. Si quieres hacerte entender, deberás entenderte primero a ti mismo. Analiza las causas de por qué piensas que determinada situación es real para ti. Sé una persona dispuesta a aceptar sus sentimientos: como seres humanos, sentimos y percibimos una gran variedad de emociones y reacciones de las que ni siquiera nosotros nos percatamos, por lo que es indispensable sentirlas para comprender el momento por el que estamos atravesando. Quizá si llegas a profundizar en ella, matizarás ‘la verdad’ asumiendo toda su complejidad.

Sé empático: escucha las otras verdades

Escoge siempre el respeto por encima de todo. La famosa frase mal atribuida al filósofo francés Voltaire –que en realidad escribió por primera vez la escritora británica Evelyn Beatrice Hall– no puede ser más cierta: “Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo". Igual que tú tienes tu versión, él o ella también tienen la suya y es igual de válida. Escucha su historia o problema, ponte en sus zapatos y piensa en la forma más apropiada de acomodar las palabras, de tal forma de que escuchen tu consejo sin que se pongan a la defensiva. Muchas veces la verdad incómoda involucra a ambas partes. De modo que, si somos capaces de decir la verdad, también tendríamos que estar en capacidad de escucharla.

Escuchar significa abrir la mente al punto de vista del otro. Una escucha constructiva tiene por objetivo sacar conclusiones provechosas para todos los involucrados. Por lo mismo, no hay reticencia a entender las razones de los demás, ni a reconocer las verdades ajenas.

¿Por qué necesitamos mostrarle nuestra verdad?

Decir la verdad debería tener siempre un propósito. Sin embargo, muchas veces no hacemos el esfuerzo por definirlo claramente antes de hablar. Antes de nada, es importante examinar cuáles son nuestras intenciones en el momento de decir la verdad. Lo primero es ser honestos con nosotros mismos y definir si nos mueve un afán constructivo o si, por el contrario, estamos utilizando esa verdad incómoda como pretexto para hacer sentir mal a alguien.

De esa intención dependerá la forma de decir la verdad. Cuando la motivación es positiva, siempre se elige un enfoque amable para comunicarse con el otro. La pregunta que deberás hacerte es: ¿qué quiero lograr al decir la verdad? Si tu intención es superar un conflicto, buscar un mayor entendimiento o elevar la calidad del vínculo mostrando una parte que queremos mostrar, se puede percibir incluso como una prueba de confianza absoluta, en lugar de un enfrentamiento.

Sería positivo desterrar la idea de que decir la verdad equivale a insultar. Ser grosero no quiere decir que alguien sea sincero. Las verdades siempre son mejor escuchadas y aceptadas si se acompañan de respeto y de una intención genuina por construir algo más positivo para los involucrados. Para ello será bueno que expreses tu propia vulnerabilidad ante la otra persona, admitiendo que puedes estar equivocándote, pero necesitabas expresarlo de esa manera.

Estar preparado para las posibles reacciones… Sin que eso te paralice

Intenta deducir las posibles reacciones para poder contestarlas sin ponerte nervioso. Eso sí, ten mucho cuidado con imaginar en exceso cuál puede ser la reacción de esa persona a quien se le quiere decir la verdad. Primero, porque nunca será tal y como imaginas, y segundo, porque puede frenarte el miedo al posible daño o incomodidad que le pueda traer.

Por muy empático que seas, tampoco sabrás nunca qué es lo que hay en el interior del otro. Decir la verdad no es lo mismo que creerse poseedor de la misma. Piensa en la respuesta de la otra persona: puede ser que tu amigo o pareja tengan la que tú deseas, pero también puede ocurrir todo lo contrario y sean mucho más reaccionarios de lo que te gustaría, pero una vez que seas consciente de esto, será mucho más fácil tratar de resolver el problema.

Sé claro

Una verdad incómoda suena terrible cuando se dice con ira, palabras fuertes y desconsideración. Sin embargo, tampoco es adecuado expresarla con eufemismos, sutilezas o empleando mecanismos para suavizarla artificialmente. Los rodeos sólo se perciben como excusas o con intenciones de que se quiere engañar o manipular la situación. Es bueno pensar en cuáles son las palabras más adecuadas para plantear un mensaje preciso, conciso y comprensible.

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