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¿Cómo tratar el estrés?

¿Cómo tratar el estrés?

Resulta frecuente que muchas mujeres se encuentren a menudo estresadas. El estrés es un estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal, que puede provocar además trastornos tanto físicos como mentales.

Índice

Tipos de estrés

El estrés es un sentimiento de tensión física y emocional que puede venir de cualquier situación o pensamiento que haga sentir a una frustrada, nerviosa o furiosa. Es, por tanto, la reacción de su cuerpo a un desafío o demanda que en ocasiones puede resultar positivo, en el caso de, por ejemplo, ayudar a evitar un determinado peligro, pero también negativo ya que si este dura mucho tiempo puede dañar la salud de la mujer.

Existen dos tipos distintos de estrés que debemos conocer:

Estrés agudo: estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. Puede ocurrir cuando se discute con alguien, cuando se practica algún deporte de riesgo o cuando se hace algo nuevo y emocionante. Este tipo de estrés lo puede sentir cualquier persona en cualquier momento determinado de su vida.

Estrés crónico: este tipo de estrés se alarga en el tiempo, y cualquier preocupación que dure meses o incluso años ya se considera crónica. El problema es que nos acostumbramos tanto a este tipo de estrés (crónico) que no nos damos cuenta de que realmente tenemos un problema que nos puede causar ansiedad.

Aunque en los tiempos que corren la gran mayoría de personas se estresa con facilidad es importante saber que las hormonas hacen que el estrés afecte de forma distinta a hombres y a mujeres que, aunque es cierto que son más sensibles, lo manejan más fácilmente, es decir, lo afrontan mejor y son más resistentes gracias a los estrógenos. Sin embargo, todas ellas necesitan también a veces algunas recomendaciones para afrontarlo de la mejor forma posible.

Antes, este estado de cansancio mental (o estrés) venía condicionado por la menopausia, los problemas con la pareja, la atención a algún familiar enfermo o la separación o divorcio. Sin embargo, en las últimas décadas el estrés se ha venido incrementando debido en gran parte sobre todo a la enorme presión laboral unida además a las obligaciones familiares. La incorporación de la mujer al trabajo unida a la realización de las tareas del hogar fue haciendo que poco a poco la tensión acumulada de una cosa y otra fueran aumentando, ya que todas ellas comenzaron a sobre exigirse como nunca lo habían hecho.

Efectos del estrés en la salud de la mujer

La frecuente exposición al estrés genera daños físicos en el cuerpo que merman nuestra calidad de vida. Algunos de los efectos más frecuentes son los siguientes:

- dolor de cabeza

- acidez de estómago

- pérdida de cabello

- náuseas

- fatiga crónica

- crisis de angustia

- insomnio

- estreñimiento o diarrea

- alteraciones en la menstruación

- falta de apetito sexual

Cuando somos conscientes de todos (o casi todos) estos efectos en nuestro cuerpo y mente debemos tomar las riendas de la situación y afrontar esta enfermedad. Lo más negativo del estrés es que altera nuestra salud gravemente, además de quitarnos años de vida y envejecernos. Nuestro cuerpo se llena de toxinas y poco a poco nos resulta más difícil llevar nuestro día a día con la misma fuerza. Entonces, ¿qué podemos hacer para afrontarlo?

¿Cómo evitar el estrés?

En primer lugar, hay que saber identificar la causa de los problemas que tenemos e intentar hablarlo con algún familiar o amigo cercano, y en el caso de que esto no mejore, acudir a un especialista para que nos ayude. Una vez logremos saber exactamente qué es lo que nos preocupa y el por qué de ello, hay que buscar tiempo para uno mismo. Se puede optar por pasear tranquilamente durante una hora o escuchar música. Esto hará que nos sintamos mejor con nosotras mismas. Además, la idea de estar “enchufadas” las 24 horas del día es mejor que nos la vayamos quitando de la cabeza. Adoptar algunos hábitos muy sencillos como dejar el móvil en otra habitación mientras comemos o dormimos, no ver la tele antes de irnos a acostar o dejar los problemas laborales en la oficina pueden mejorar mucho nuestra salud, aunque no lo creamos.

En segundo lugar, hay que establecer prioridades y vigilar el estado de ánimo. Cuando hablamos de prioridades nos referimos a si nos detenemos (tal y como deberíamos hacer todos) a pensar en si realmente hacemos lo que realmente queremos o no. Frecuentemente las mujeres nos agobiamos y entramos en un bucle del que somos incapaces de salir al intentar, por ejemplo, determinar qué es realmente importante para nosotras, aunque no se consiga en la mayoría de los casos porque es una tarea difícil. Sin embargo, si comenzamos a valorar el nivel de importancia de cada cosa nos resultará bastante más fácil lograrlo.

Debemos evitar situaciones estresantes. Por ejemplo, si hay una discusión en la oficina y no va contigo, aléjate y no incluyas nuevos problemas a los tuyos. No intentes hacer más cosas de las que puedes hacer. Aprende a decir no. Etc. 

También es bueno realizar ejercicio físico ya que la actividad física ayuda a aclarar las ideas, a eliminar las hormonas propias del estrés como el cortisol y a liberar endorfinas. Las endorfinas u “hormonas de la felicidad” son las sustancias que produce nuestro cuerpo de forma natural para atenuar el dolor y producir una sensación de bienestar.


Las técnicas de relajación son una buena manera de lidiar con el estrés. Mindfulness, yoga, respiración profunda, taichí... Apúntate a una clase o busca un buen tutorial para probar alguna de estas técnicas.

Dormir bien y mantener un horario de sueño regular también ayuda a encontrarse mejor. 

Y, por supuesto, el sexo. El sexo es una manera excelente de acabar con el estrés y mejorar nuestro estado de ánimo. Aunque el estrés puede reducir tu libido, debes intentar buscar el momento, ya que te ayudará a sentirte mucho menos estresada. 

Y por supuesto, recompensarse a una misma, es decir, premiarse con pequeños momentos que nos proporcionen placer. Con esto conseguiremos relajar nuestro cuerpo y nuestra mente, y además nos sentiremos con más energía para afrontar diversas situaciones problemáticas. La idea de darnos un masaje relajante hará que liberemos energía y podamos estabilizar nuestro estado de ánimo. Lo ideal es calentar en un recipiente un poco de aceite esencial de canela y dos cucharadas de aceite de almendra y dar un ligero masaje detrás del cuello.

Lo que no debemos hacer es recurrir a técnicas de manejo del estrés poco saludables, como comer en exceso, fumar, beber alcohol, dormir poco o demasiado... El estrés realmente seguirá ahí y, además, estaremos añadiendo nuevos problemas a nuestra salud. 

Alimentos que ayudan a combatir el estrés

Por si alguien lo dudaba, la alimentación sí tiene que ver y mucho con lo que sentimos. Por ejemplo, los alimentos con harina blanca, los edulcorantes artificiales, la comida rápida, los refrescos o los dulces no ayudan a mejorar las situaciones en las que hay que combatir el estrés, la depresión o la ansiedad. Por eso es importante descartarlos y tener en cuenta otros que pueden ayudarnos a combatir el estrés fácilmente.

Nuestro cuerpo necesita todo tipo de vitaminas para lograr un equilibrio y mantener a nuestro organismo funcionando adecuadamente, aunque nos irán bien especialmente las vitaminas A, C y E, y por eso es muy importante que tomemos zanahorias, melón, brócoli, coles de Bruselas, espinacas, boniatos, tomates o frutos secos.

También nuestro cuerpo necesitará vitamina B, que la encontraremos en la levadura de cerveza, los cereales, el aguacate, el repollo o las judías verdes. Esta vitamina fortalece nuestro sistema nervioso central y tiene un efecto sedante. Además, hay que tener en cuenta que los minerales como el magnesio, el calcio y el potasio también son algo indispensable. Estos los podemos encontrar en las frutas, las verduras y los lácteos. El magnesio, por ejemplo, destaca por sus propiedades para los estados de estrés.

Y si nada funciona, consulta a un profesional de medicina y psicología. 

Fuente:

Ahmed SM, Hershberger PJ, Lemkau JP. Psychosocial influences on health. In: Rakel RE, Rakel DP, eds. Textbook of Family Medicine. 9th ed. Philadelphia, PA: Elsevier Saunders; 2016:chap 3.

Redacción: Ana Ruiz

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