¿Cómo ayudar a superar un trauma?
Antes de ayudar a alguien a superar un trauma hay que diferenciar dos tipos de trauma: el trauma psíquico y el trauma físico. Un trauma psíquico es una grave herida emocional, y el físico una herida o daño corporal. Una vez tengamos una clara diferenciación de ambos términos entonces sí podemos empezar a hablar de la superación de un determinado trauma.
Índice
- ¿Qué es un trauma?
- ¿Cómo superar entonces un trauma psicológico?
- ¿Es duro el proceso de aceptación de un determinado trauma?
- Los traumas de la infancia. ¿Cómo superar un trauma de la infancia en la etapa adulta?
¿Qué es un trauma?
El trauma psíquico o psicológico es ese evento que amenaza de manera profunda el bienestar o la vida de un individuo como la consecuencia de ese evento en el aparato, estructura mental o vida emocional del mismo, aunque el trauma en general es esa secuela negativa y duradera que sufren algunas personas como consecuencia de una o varias experiencias individuales de choque o impresión emocional desagradable y que además afecta de forma dramática al subconsciente. Y no, no es lo mismo el trauma psicológico que se sufre después de una experiencia única e impactante como es un accidente, por ejemplo, que aquel trauma psicológico que se vive después de una serie de eventos traumáticos como alguna experiencia de guerra, abuso mental o sexual o violencia en la familia.
Asimismo, hay que tener claro que para ayudar a una persona a superar un trauma hay que saber primero reconocerlo. Los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) pueden aparecer en algunas ocasiones poco después del acontecimiento. Sin embargo, otras muchas veces no aparecen hasta que al menos no ha pasado un año. Los recuerdos intrusivos, la evasión, los cambios negativos en el pensamiento y en el estado de ánimo o los cambios en las reacciones emocionales y físicas son los cuatro tipos en los que agrupar dichos síntomas.
¿Cómo superar entonces un trauma psicológico?
La sola aceptación de un hecho traumático es un fenómeno mental por el que una se convence plenamente del suceso percibido, de su significado y de sus consecuencias. Sin embargo, no quiere decir esto que se esté conforme con ello pues seguirá siendo perjudicial y no deseado. Además, se debe tener en cuenta también que aprender a aceptar un suceso traumático implica reconocer un hecho concreto que en su día destruyó la armonía y el equilibrio que teníamos, pero que al producirse un cambio por completo nocivo se ha alterado. Hay que asumir que no se puede volver atrás en el tiempo por lo que no sirve de mucho esforzarse porque todo vuelva a ser como antes. Es un hecho que ha sucedido, es algo evidente y hay que intentar aprender a vivir con ello en la medida de lo posible.
¿Es duro el proceso de aceptación de un determinado trauma?
La aceptación de un trauma requiere de tiempo y esfuerzo, considerando también el estado emocional sobreexcitado dada la tensión del momento que va a imponer, además, una serie de limitaciones a la eficacia de los procesos de razonamiento. Sin embargo, hay que ser lo suficientemente fuertes ya que tenemos algo muy en contra nuestra en muchas ocasiones como es la mente, que puede engañarnos para justificar la postura que en realidad al individuo le interese. Por suerte, al menos en la mayoría de los casos, la mente dispone de recursos suficientes para llevar a cabo dicho proceso con suficiente eficacia.
Pero se superan. Sí, se superan. De hecho, el proceso de aceptación es complejo y doloroso para la gran mayoría de las personas y, además, resulta bastante complicado de aceptar porque algo ha cambiado, porque algo se ha alterado y por ello la primera reacción ante esto es la negación. Se niega un suceso traumático o se racionaliza. A ello hay que sumarle también la idea de rendirse, de abandonar, de no implicarse que atrae enormemente y que emerge cada vez con más fuerza en una situación así. Pero hay que hacerlo, hay que aceptarlo. Cuando llegue el momento, es decir, cuando se supere dicho trauma y dicha aceptación no sea una adaptación pasiva (vivir la cotidianidad con resignación, plegada a frustración y sufrimiento) no debe existir turbación mental, debe haber una presencia de bienestar psicológico y una motivación positiva hacia el futuro. Y luchar, por supuesto, por lo que uno tiene en su mente y no contra lo que sucede en el entorno. Una lucha contra uno mismo, en eso es en lo que consiste dicha superación pues es precisamente esa lucha interna la base fundamental de esto.
Los traumas de la infancia. ¿Cómo superar un trauma de la infancia en la etapa adulta?
Durante la infancia somos mucho más vulnerables y nuestra supervivencia depende de todos aquellos adultos que nos cuidan desde que nacemos. Sin embargo, una conducta mala (agresiva, cruel, etc.) puede ser vivida para los más pequeños como una auténtica amenaza. Se trata, por tanto, de sucesos traumáticos. El abandono, el maltrato o el abuso podrían incluirse perfectamente dentro de esos traumas infantiles y, para superarlos, podemos seguir la terapia Gestalt, que se basa fundamentalmente en atender al niño interior que llevamos y sanar las heridas producidas en el pasado que van a seguir también repercutiendo en nuestro presente. Se trata, por tanto, de la mejor forma para convertirse en adultos sanos y autónomos.
- Traer a la mente algún tipo de recuerdo agradable del pasado o bien del presente y enfocarse en las sensaciones placenteras que este nos produjo. Expandir esa sensación, conectar con el niño interior y una vez hecho repetir en la mente frases al niño interior reconociéndolo enormemente, queriéndolo y protegiéndolo.
- Utilizar algún objeto que simbolice a ese niño interior que llevamos dentro (un muñeco, un peluche, lo que sea…) y expresar lo mucho que lo queremos y decirle cosas bonitas que ese adulto (y también niño interior) desean escuchar.
Finalmente, se debe tener en cuenta también que, si como persona después de una experiencia traumática uno tiene cambios en las reacciones tanto físicos como emocionales y se asusta con facilidad o se siente fácilmente atacado; está constantemente tenso, pierde fácilmente la paciencia o tiene una conducta agresiva; sufre de llanto repentino o está cansado, triste, deprimido o tiene problemas de concentración; y padece trastornos de sueño, pensamientos de culpabilidad o estrés lo más probable es que se esté ante un trastorno de estrés postraumático por lo que habrá que buscar apoyo profesional.