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Cómo afecta la depresión al cerebro

Cómo afecta la depresión al cerebro

Las enfermedades mentales, como la depresión, continúan siendo un estigma para la mayor parte de la población. Al ser menos tratadas o investigadas que el resto de las enfermedades, aún falta mucho por investigar. Aunque sea un proceso lento y progresivo, hoy sabemos que los investigadores en neurología trabajan para encontrar terapias más efectivas para que los pacientes puedan gozar de una vida normal. El cerebro es uno de los órganos más importantes e imprescindibles para la supervivencia del ser humano, y aunque la depresión siempre se ha considerado como un problema de índole psicológico, también cambia la estructura de este órgano físicamente.

Índice

La depresión es un problema muy habitual

La depresión es uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos en este siglo. Se estima que un 20% de las personas padecerá depresión alguna vez en su vida. Sólo en España en 2015 un total de 2.408.700 españoles sufrieron esta enfermedad, lo que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) supone que el 5´2% de la población de nuestro país ha sufrido esta enfermedad en algún momento. Pero a nivel global, las cifras son aún más devastadoras: la depresión afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo. A pesar de que su expansión internacional es evidente, las causas de la enfermedad no están del todo claras. Los científicos apuntan a que se debe a las grandes dosis de estrés, ansiedad y la sensación de falta de control en nuestro día a día. Pero parece que, lejos del conocimiento popular, la depresión puede estar condicionada también a factores genéticos como cambios en el cerebro en la corteza prefrontal media (asociado normalmente al autoanálisis de una persona cuando está pensado en sí misma o se preocupa de su futuro y vida).

El origen de la depresión se encuentra en un desequilibrio de los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina (que determinan nuestros niveles de felicidad), afectando a nuestras emociones y sensaciones y, en último término, a nuestra salud general.

¿Cómo afecta la depresión al cerebro?

Lo que aún continúa siendo un misterio es cuál de los dos síntomas/causas aparece primero. Es decir, si los cambios psicológicos –y, por ende, cambios vitales– afectan a la fisiología del cerebro o viceversa. Por eso la investigación sobre si el aumento de actividad en dicha zona del cerebro causa la depresión o si esta se debe a otras modificaciones hormonales continúa abierta. No obstante, diversos estudios, como los de la revista JAMA Psychiatry, demostraron que la depresión sí está condicionada y es causante de cambios en la estructura cerebral: tras realizar tres años de seguimiento a un grupo de personas con depresión, determinaron que esta enfermedad está totalmente vinculada con la disminución de materia gris en tres áreas del cerebro (hipocampo, amígdala y corteza prefrontal).

La depresión se retroalimenta de sus síntomas y sus causas. Una tendencia psicológica a reforzar los pensamientos negativos –sean infundados o no– y la falta de control en las emociones favorece que se produzcan los cambios físicos en la estructura del cerebro. Y esto último potencia al mismo tiempo que los recuerdos y sentimientos negativos persistan y nublen a los positivos.

Reducción del hipocampo

Un estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry (Psiquiatría Molecular), donde se analizó el cerebro de 8.927 personas entre las cuales 1.728 padecían depresión aguda, demostró que, cuantos más episodios depresivos sufre una persona, más se reduce su hipocampo cerebral. Esta disminución del hipocampo es muy peligrosa, ya que es un área de nuestro cerebro directamente relacionada con la memoria a largo plazo, la creación de recuerdos y la manera en la que éstos se conectan con las emociones. Por eso, las personas deprimidas experimentan una pérdida en las funciones emocionales y de comportamiento, impidiendo tener el control de sus vidas.

Daños en la amígdala

Con la depresión también se experimentan daños en otra zona del cerebro relacionada con el procesamiento de las emociones: la amígdala. Esto produce que procesen con menos precisión las situaciones que tienen un impacto emocional y, por ende, que perciban los hechos neutros como negativos. La famosa frase de ‘la vida es un 10% lo que te pasa y el 90% cómo te lo tomes’ no puede ser más acertada en estos casos ya que la depresión no viene necesariamente condicionada por unos hechos catastróficos e insuperables. Muchas veces se debe a una disfuncionalidad psicológica y física en nuestro cerebro que hace que la persona experimente una pérdida de la memoria y la aparición de pensamientos negativos recurrentes.

Inflamación del cerebro

La inflamación crónica puede ser el factor de riesgo más importante de la depresión por lo que no es de extrañar que prácticamente todos los tratamientos efectivos para la depresión vayan enfocados a tratar de reducir la inflamación. De hecho, el cerebro de las personas que padecen depresión mayor muestra un 30% más inflamación que un cerebro sano. La inflamación suele deberse a un aumento de cortisol o la aparición de citoquinas –unas moléculas que son capaces de traspasar la barrera sangre-cerebro y afectar las funciones cerebrales–, que desencadena una respuesta inflamatoria en el organismo y provoca daños a nivel molecular.


Inhibición de la dopamina

La depresión aumenta la producción de cortisol, la hormona del estrés. La acción continuada del cortisol inhibe la producción de la dopamina, responsable de la sensación de placer. Esa reducción de dopamina merma la corteza prefrontal, responsable de gestionar la felicidad asociada a metas personales, lo que hace que la persona pierda interés y sienta apatía ante todo.

¿Cerebros propensos a la depresión?

Aunque en ningún caso es determinante, sí que existen factores genéticos propensos a la depresión. Por ejemplo, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el género de la persona es uno de los principales factores de riesgo para padecer depresión, siendo las mujeres quienes presentan más trastornos psicológicos de este tipo. En cuanto a la predisposición genética también parece estar condicionado por la forma en que reaccionan las neuronas de la corteza prefrontal media, ya que según su estado podemos estar o no predestinados a sufrir depresión o a desarrollarla de forma más rápida que el resto de la gente. También depende de la inteligencia emocional y el comportamiento neuro-afectivo que hayan desarrollado las personas ante la adversidad. Según la tendencia a la resiliencia una persona puede ser más propensa a la depresión que otra.

Prevención y tratamiento

No existen prevenciones exactas ni tratamientos milagro, pero sí podemos mantenernos alejados de padecerla si llevamos un buen estilo de vida. Es bueno comer comida libre de alimentos procesados para optimizar la flora intestinal, hacer ejercicio físico y optimizar la vitamina D por medio de una exposición adecuada al sol. Necesitamos estar en contacto con la naturaleza para sentirnos desinhibidos de una forma racional.

Pero si aun así tienes depresión, lo más seguro es que acudas a profesionales como el psiquiatra. Ellos, a través de la psicoterapia y los antidepresivos te ayudarán a revertir algunos de los daños a nivel cerebral y estimularán el nacimiento de nuevas células nerviosas. Progresivamente, la corteza cerebral aumentará para ayudar a reducir la gravedad de los síntomas.

Fármacos… ¿Sí o no?

Existe una creencia de que los fármacos reducen de forma artificial la corteza cerebral, y que los pacientes que no emplean antidepresivos en su tratamiento sí aumentan el volumen progresivamente. Sin embargo, lo mejor es que acudas a varios profesionales y sigas sus recomendaciones. Dependiendo de cada caso se deberá hacer de una forma u otra ya que no a todo el mundo le sirve lo mismo. ¡Mucho ánimo!

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