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¿Pueden los genes de tu compañero de casa influir en tu salud?

¿Pueden los genes de tu compañero de casa influir en tu salud?

¿Tu compañero de casa tiene un efecto extraño e inexplicable en tu comportamiento? Bueno, hay un gen para eso... y ese gen le pertenece a él. Y es que un nuevo estudio realizado con ratones afirma que la genética de un compañero de casa puede afectar a nuestra salud de muchas formas diferentes.

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¿Las relaciones sociales afectan a nuestra salud?

La investigación fue dirigida por Oliver Stegle, del Instituto Europeo de Bioinformática, que forma parte del Laboratorio Europeo de Biología Molecular. El grupo de Stegle tiene como objetivo desentrañar cómo los antecedentes genéticos y el entorno moldean conjuntamente los rasgos fenotípicos, es decir, cómo se expresan los genes.

Los científicos saben desde hace tiempo que las interacciones sociales contribuyen a la salud y la enfermedad. Por ejemplo, la presión de los compañeros puede aumentar las posibilidades de que un adolescente empiece a fumar. Sin embargo, la medida en que la composición genética de un animal puede afectar los rasgos de otro con el que vive, un concepto emergente llamado efectos genéticos sociales o indirectos, no se conoce bien.

Los genes de tus compañeros influyen en tu salud

En este estudio, los investigadores identificaron más de 40 rasgos en ratones que pueden influir en el perfil genético de un ratón vecino. Encontraron que la genética de un compañero de jaula contribuye, en promedio, a aproximadamente el 10 por ciento del nivel de ansiedad, la función inmunológica, el peso corporal, la velocidad de curación de heridas y otros rasgos de su compañero. Además, los compañeros de jaula hacen esto al influir en los rasgos que alguna vez se pensó que estaban controlados únicamente por los genes de un animal, como la tasa de crecimiento y el funcionamiento de su sistema inmunológico. En algunos casos, la contribución de los efectos genéticos sociales superó la de los efectos genéticos directos (es decir, el efecto de los genotipos propios de un individuo en estos rasgos).

"El mensaje es que debemos prestar atención a la composición genética de los interlocutores sociales, ya que en algunos casos afecta a la salud más que los propios genes del individuo", explica Amelie Baud, primera autora del estudio. "Esto es algo que no sabíamos antes y significa que debemos dejar de estudiar a las personas de manera aislada e incluir a los interlocutores sociales cuando observamos la salud de una persona".

Los hallazgos pueden aplicarse a estudios de rasgos complejos en poblaciones humanas, y los estudios adicionales deben analizar esta posibilidad, dijeron los investigadores.

Baud dio el ejemplo de una persona alondra (aquellas que se despiertan antes y aprovechan más el día) que vive con un búho (aquellos que se despiertan más tarde, comienzan más lentamente y alcanzan su punto máximo en la noche). La alondra puede desarrollar una enfermedad por la falta de un sueño profundo como resultado de quedarse hasta tarde con su pareja. Por lo tanto, la genética de su pareja, una inclinación natural a quedarse hasta tarde altera su propio comportamiento y contribuye a una salud peor.

En el estudio con ratones, sin embargo, los resultados no fueron tan obvios ni explotables. Por ejemplo, los ratones negros alojados con ratones grises se curaron mejor que los ratones negros alojados con otros ratones negros, pero los investigadores no estaban seguros de por qué. Los ratones grises estaban menos ansiosos cuando estaban alojados con ratones negros que cuando compartían jaula con ratones grises. Ningún tipo de ratón tuvo efectos universalmente positivos o negativos en sus compañeros de jaula en todos los rasgos, dijeron los investigadores.

Los investigadores también volvieron a analizar un conjunto de datos existente de 2.500 ratones genéticamente únicos para investigar más rasgos relacionados con la salud, estudiando una población que es genéticamente más similar a la población humana. Para algunos rasgos relacionados con el sistema inmunológico, los efectos genéticos sociales representaron casi el 30 por ciento de la forma en que se expresaban los genes, reveló el estudio.

Baud dijo que la investigación en curso de su equipo "podría informar a los pacientes y médicos sobre las contribuciones sociales a la enfermedad y brindar pistas sobre cómo mitigar la influencia social, o incluso mejorarla cuando tenga efectos beneficiosos. Nuestro objetivo es incluir el ecosistema genético completo para comprender cómo nos influenciamos unos a otros”.

Los hallazgos resaltan el hecho de que algunos rasgos importantes que subyacen a la salud y la enfermedad parecen estar más allá del individuo y estar en manos de su pareja. “Las personas de tu alrededor influyen en tu comportamiento, salud y bienestar, y tú en la suya, esto es lo que ya sabemos. Lo que se ha perdido es el reconocimiento de que existe una base genética para esto", explica Amelie Baud. "Si eres un investigador que busca vínculos entre genotipos y enfermedades, es muy importante mirar no solo a tu paciente, sino también a su entorno social".

Y, aunque el estudio se llevó a cabo en ratones, los investigadores están seguros de que sus conclusiones pueden aplicarse también a humanos.

Fuente:

“Genetic Variation in the Social Environment Contributes to Health and Disease”, Amelie Baud, Megan K. Mulligan, Francesco Paolo Casale, Jesse F. Ingels, Casey J. Bohl, Jacques Callebert, Jean-Marie Launay, Jon Krohn, Andres Legarra, Robert W. Williams, Oliver Stegle. Published: January 25, 2017https://doi.org/10.1371/journal.pgen.1006498

Redacción: Irene García

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