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Zenobia, la mujer que puso en jaque al Imperio romano

Zenobia, la mujer que puso en jaque al Imperio romano

Puede que no conozcas mucho de esta mujer siria que se convirtió en reina del Este, pero para los romanos del siglo III d.C., Zenobia fue un nombre a temer.

Índice

Primeros años

Como sucede con tantas otras mujeres de la historia, puede que no conozcas su historia o que su nombre solo te suene, pero en la historia de Oriente Medio y del Imperio Romano, Zenobia es un nombre con un gran significado.

Septimia Bathzabbai Zainib nació a mediados del siglo III en Palmira, Siria, ciudad que, en el momento y desde principios del siglo II, estaba colonizada por el Imperio Romano. Desde pequeña, se la puso al mando de los pastores que guiaban los rebaños familiares, por lo que creció acostumbrada a ejercer el mando y romper con la sumisión impuesta a todas las mujeres de la época. Conocida por su fortaleza, solía marchar con sus tropas en largas distancias, y era famosa por cazar mejor que muchos hombres y tener un aguante con la bebida por pocos superado. Criada en una familia pudiente, sabía hablar latín, griego, arameo y las lenguas egipcias.

En el año 258, con unos 18 años, Zenobia fue casada con Lucio Septimio Odenato, gobernador romano de Siria hasta su asesinato en el 266/267 por un sobrino suyo. Ante esto, Zenobia quedaba como reina regente de Palmira (en la actual Siria) hasta que el hijo que había tenido con Odenato -Vabalato, de solo un año a la muerte de su padre- tuviera la edad para reinar.

Su reinado

Palmira, con el imperio romano a un lado y el sasánida (una dinastía persa) al otro, era una ciudad continuamente en la cuerda floja por los intentos de invasión o colonización de uno y otro. A esto se añade que el Imperio Romano, del que dependía Palmira, se encontraba en una crisis profunda: con flancos abiertos con los godos, los galos o los vándalos y luchas de poder internas. Ante esta inestabilidad, Zenobia decidió cuestionar la autoridad de Roma e iniciar la independencia del Imperio de Palmira. Para asegurar esto, conquistó Egipto, dominado por Roma en el momento, e inició conversaciones diplomáticas que acabaron con la unión de Levante (Turquía, Siria y Líbano) y demás reinos de Anatolia. Se convirtió así en la reina de Oriente Medio, forjando un imperio que puso contra las cuerdas la soberanía romana.

Con Roma, por su parte, decidió actuar de otra manera; sabiendo el poder militar del imperio a pesar de su crisis del momento, Zenobia decidió no abrir un conflicto directo con sus colonizadores, por lo que durante un tiempo ambos mantuvieron relaciones diplomáticas. Pero a su llegada al poder el nuevo emperador romano Aureliano, un antiguo militar, decidió mandar todas las tropas romanas al Imperio de Palmira. Zenobia contaba con un gran ejército, formado por sus arqueros y catafractos comandado por dos generales, Zabdas y Zabbai. Pero Aureliano conquistó Egipto y lanzó sus fuerzas hacia Siria.

Zenobia fue derrotada en Emesa (actual Homs), y se retiró a Palmira, donde fue sitiada por Aureliano en 272. Palmira había hecho acopio de víveres y confiaba en la fuerza de sus excelentes arqueros, esperando resistir durante meses, pero gracias a los jefes árabes del desierto, que Zenobia había desdeñado, Aureliano venció la resistencia de la ciudad.

Tras su captura, Palmira fue saqueada por los romanos, sus habitantes asesinados en masa y acabó siendo con los años lo que es hoy: una ciudad en ruinas en el desierto de Siria que, en 2015, fue destruida por el Daesh. Zenobia huyó en camello con su hijo, pero fue capturada y a partir de ahí surgen diferentes leyendas sobre su final. Algunas apuntan que se la hizo desfilar por las calles de Roma para mostrar el triunfo de Aurelio, otros apuntan a que quedó como rehén en Roma.

Tras su muerte, se convirtió en una leyenda que perduró muchos años en Oriente Medio, donde su nombre es sinónimo de fortaleza.

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