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Alternativas ecológicas para la regla

Alternativas ecológicas para la regla

Cada mujer usa una media de 180 tampones o compresas al año. Frente a los productos convencionales, hechos de materiales que tardan casi un siglo en degradarse, hay alternativas reutilizables o de materiales ecológicos.

Índice

    La regla no es nada ecológica...

    Más o menos la mitad de la población lidiamos con la menstruación de manera mensual. En esos días, antiguamente, la mujer era obligada a recluirse en ciertas culturas, las egipcias usaban papiros o hierbas, las romanas paños de laña o algodón, se usaban esponjas o almohadillas de tela…

    En definitiva, se empleaban productos u obligaciones que distaban mucho de ser cómodos para la mujer. Con el siglo XX empezaron a distribuirse los conocidos tampones y compresas, hoy usados por millones de mujeres en todo el mundo como métodos mayoritarios para la menstruación. Productos que nos han permitido una autonomía de movimiento y en el día a día.

    Se estima que una mujer usará una media de 11.000 compresas o tampones en su vida. Y estos productos se componen de una mezcla de un núcleo de algodón y/o celulosa y un exterior de poliéster o polietileno y polipropileno, estos últimos plásticos. Así, tardan en desintegrarse entre 500 y 800 años. Si multiplicas la media de compresas y tampones por la cantidad de mujeres en el mundo, el resultado son muchos años de procesamiento de estos productos después de haberlos utilizado.

    Alternativas ecológicas

    Pero tenemos una buena noticia. Hay otros productos disponibles para la menstruación que tienen un impacto mucho menor en el medio ambiente, ya sea por los materiales de los que están hechos o por el hecho de que sean reutilizables.

    • Copa menstrual: Su patente apareció en 1932, pero no ha sido hasta recientemente que se ha empezado a popularizar. Puede durar más de 10 años, lo que reduce significativamente el impacto medioambiental frente al número de tampones o compresas que podríamos usar en este tiempo (de media, casi 2.000) y, además, el impacto en nuestro bolsillo. Están hechas de silicona quirúrgica, un material hipoalergénico que respeta la flora vaginal. Además, presenta otras ventajas, como que podemos tenerla hasta 12 horas puesta.
    • Compresas reutilizables. Suelen ser de tela, fabricadas con algodón que se puede lavar para reutilizar y que resulta un material respetuoso para nuestra piel. Las hay con diferentes diseños y tamaños, y generalmente el grosor es el mismo que el de una compresa normal.
    • Compresas y tampones desechables de algodón ecológico. Siguen el mismo método de una compresa al uso, excepto que su material resulta mucho más fácil de procesar y, por tanto, su impacto medioambiental es menor. Además, no suelen emplear los blanqueadores y químicos que presentan las compresas convencionales.
    • Tampones caseros.  Aunque suene a broma, puedes hacer tus propios tampones en casa. Puedes hacerlos con algodón con la ayuda de unas agujas de punto o de croché. Sólo hay que coserlo para que tenga la forma deseada y con la ayuda de un aplicador, colocarlo. Después de cada uso, se pueden lavar. 
    • Esponja marina. La alternativa natural al tampón. Su funcionamiento es muy simple: debes humedecerlas para ponértelas, se expande adaptándose a tu vagina y se puede tener durante horas, como un tampón. Cuando tengas que cambiarla, la retiras, la limpias con agua y te la vuelves a poner. Son reutilizables, sin fibras sintéticas y se pueden limpiar con jabón neutro.
    • Braguitas absorbentes. Una de las alternativas más cómodas. Combinan directamente la ropa interior con las compresas. Al igual que cuando llevamos una compresa, no se nota desde fuera, y pueden ser lavadas como nuestras braguitas normales.

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