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Gustamos más a la gente de lo que nos creemos

Gustamos más a la gente de lo que nos creemos

Conocer a alguien o entrar en un nuevo grupo de amigos o una empresa puede resultar complicado al principio. Cuando nos presentamos ante alguien e iniciamos una conversación, puede parecernos que no le estamos cayendo nada bien al otro, cuando realmente no tiene por qué ser así. Y es que, según un estudio, tendemos a subestimarnos al conocer a nuevas personas.

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La imagen que tenemos de nosotros no suele ser real

Esta investigación, publicada en la revista Psychological Science, concluyó que la preocupación común que tenemos de que las personas nuevas no nos quieran o de que no disfruten de nuestra compañía es en gran medida infundada.

Erica Boothby, de la Universidad de Cornell, y sus colegas Gus Cooney, Gilliam Sandstrom y Margaret Clark, de la Universidad de Harvard, la Universidad de Essex y la Universidad de Yale, realizaron una serie de 4 estudios para descubrir lo que nuestros interlocutores realmente piensan de nosotros. Al hacerlo, descubrieron una nueva ilusión cognitiva a la que llaman "la brecha de la simpatía": nuestra incapacidad de comprender cuánto aprecian los extraños nuestra compañía después de un poco de conversación.

Tener conversaciones con gente nueva es una parte importante y gratificante de la vida social. Sin embargo, las conversaciones también pueden intimidar y provocar ansiedad, y esto hace que la gente se pregunte y se preocupe por lo que sus interlocutores realmente piensan de ellos. ¿Las personas son precisas en sus estimaciones? Según este estudio, no.

Los investigadores observaron desconexión en 3 situaciones diferentes: extraños conociéndose en un laboratorio de investigación, estudiantes universitarios de primer año conociendo a sus compañeros de dormitorio, y miembros de la comunidad reuniéndose con otros participantes en talleres de desarrollo personal. En cada escenario, las personas subestimaron constantemente cuánto les gustaban a los demás.

La discrepancia en las perspectivas ocurrió tanto en conversaciones que duraron 2 minutos como otras de hasta 45 minutos o duraderas. Durante gran parte del año académico, cuando los compañeros de dormitorio se conocían e incluso comenzaron a desarrollar amistades perdurables, la brecha la simpatía persistió.

Somos más duros con nosotros que los demás

Los datos también revelaron algunas de las posibles razones de la división: a menudo somos más duros con nosotros mismos que con los demás, y nuestro crítico interior nos impide apreciar cuán positivamente otras personas nos evalúan. Al no saber lo que nuestros interlocutores realmente piensan de nosotros, utilizamos nuestros propios pensamientos como un proxy, un error, porque nuestros pensamientos tienden a ser más negativos que la realidad.

Como afirman los autores del artículo, "las conversaciones son una gran fuente de felicidad en nuestras vidas", pero podrían brindarnos una alegría aún mayor si solo nos diéramos cuenta de que "otros nos quieren más de lo que pensamos".

Esta investigación es muy curiosa no solo por los datos que aporta sobre lo que pensamos de nosotros y lo que realmente piensan los demás de nosotros -lo que puede ayudarnos al entablar nuevas relaciones para sentirnos más seguros- sino también porque contradice que idea que se tenía hasta ahora de que las personas tenían puntos de vista excesivamente favorables, especialmente cuando se hablaba de parejas. La evidencia emergente muestra que las perspectivas de las personas pueden ser decididamente menos optimistas al pensar en sus interacciones sociales.

Pero ¿por qué los pensamientos de las personas sobre su propio rendimiento conversacional son tan negativos, y por qué los pensamientos de las personas sobre ellos mismos son mucho más negativos que sus pensamientos sobre sus parejas? ¿Y por qué las personas no corrigen sus pensamientos excesivamente negativos al estimar cuánto gustan? La investigación sugiere varias razones.

En primer lugar, parece funcional para las personas recordar sus errores de conversación para que puedan mejorar la próxima vez. Después de contar una nueva historia, los oradores pueden pensar cómo llegar al final más rápido, afinar una frase clave o animar la exposición, y esto podría hacer que la historia inicial parezca un poco aburrida en comparación. Pero los oyentes no tienen el mismo incentivo para mejorar la historia de un compañero para la próxima vez. Para ellos, la historia de su compañero explicó el punto principal, el remate fue bastante gracioso y todo pareció correcto. En resumen, la dura crítica interna de las personas puede ser funcional cuando se trata de mejorarse a sí mismo, pero sospechamos que esto impide que las personas se den cuenta de cuán positivamente los otros los evalúan.

En segundo lugar, las personas tienen estándares más altos para sí mismos que para los demás. Esto se debe en parte a que las personas tienen acceso directo a cuán bueno pudo haber sido su desempeño conversacional. En otras palabras, las personas pueden comparar fácilmente su desempeño conversacional real con su ideal, pero otros no tienen acceso a este mismo ideal. Además, las expectativas de otras personas sobre lo que es tener una conversación con alguien nuevo a menudo son bastante deprimentes. Entonces, mientras los oradores piensan que no lograron cumplir con su ideal, los oyentes piensan que podría haber sido mucho peor, y este diferente estándar de comparación para uno mismo y para otros puede ser una de las razones por las cuales las personas subestiman cuánto los interlocutores disfrutan de su compañía.

En suma, uno de los mayores temores de la vida es la evaluación social. Por lo tanto, tiene sentido que la gente esté atenta a cualquier posible causa de vergüenza o incomodidad social. Además, las personas recuerdan sus fallas sociales para arreglarlas para la próxima vez, tienen acceso a su yo ideal y creen que la gente los ve más torpes de lo que son. En conjunto, parece comprensible por qué los pensamientos de las personas acerca de su propio desempeño social pueden ser demasiado negativos y cómo esto podría llevarlos a subestimar lo mucho que otros les gustan y disfrutar de su compañía.

Así que ya sabes, la próxima vez que conozcas a alguien, no te subestimes ni te flageles, seguro que ha ido mejor de lo que pensabas.

Fuente:

Fuente: “The Liking Gap in Conversations: Do People Like Us More Than We Think?”, Boothby EJ, Cooney G, Sandstrom GM, Clark MS. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30183512

Redacción: Irene García

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