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Consejos (efectivos) para cambiar malos hábitos

Consejos (efectivos) para cambiar malos hábitos

¿Luchas por dejar de comer bombones todos los días? ¿Y ese hábito de fumar o beber que ya empieza a resultarte molesto? ¿O quizá tu problema es el consumismo, el uso del móvil o la televisión? ¿No sabes cómo dejar de mirar tus redes sociales cada 2 minutos? ¿Es posible acabar con nuestros malos hábitos?

Índice

El reto de cambiar y mejorar

Cambiar los malos hábitos efectivamente, puede resultar muy complicado, pero no es imposible. La clave está en darse cuenta de que todas estas actividades son tareas mecánicas automatizadas por nuestros cerebros, es decir, hábitos. Y todos los hábitos están sujetos a las mismas leyes y reglas de creación y "destrucción". Así que es posible destruir y romper hábitos. Solo hace falta tener una guía para saber cómo.

Es hora de deshacerse de esos malos hábitos molestos y el primer paso no tiene nada que ver con el hábito en sí.

Trabaja en tu entorno

Lo primero para dejar de hacer un hábito no tiene nada que ver con el desempeño real del hábito, tiene todo que ver con el entorno que te rodea.

Los hábitos constan de tres partes: una señal que le indica al cerebro que se ponga en rutina, que es el desempeño real del hábito, y la recompensa, que es la satisfacción que obtenemos al realizar esa rutina. Es decir: señal, rutina y recompensa.

Por ejemplo, imagínate que vas caminando por la calle y ves un puesto de helados (señal). Al pasar delante, pides un helado doble de chocolate. Comienzas a devorarlo (rutina) y tan pronto como el dulce sabor del chocolate llega a tu boca, sientes satisfacción (recompensa).

Por lo tanto, trabajar con tu entorno tiene que ver con cambiar ese ambiente para no experimentar la señal. En este caso, dejar de pasar por delante del puesto de helados. O no llevar dinero encima para no poder comprarlo.

Mientras puedas hacer que el medio ambiente vaya a tu favor tanto como sea posible, será más fácil dejar el mal hábito.

Si comes galletas por la noche, deja de comprarlas. Lo mismo se aplica al alcohol o las bebidas gaseosas. Si puedes eliminar el entorno que te empuja al hábito que no deseas hacer, ya has hecho la mitad del trabajo.

Pero seguro que hay momentos en que fallarás en esto y sucumbirás a esta primera tentación. Cuando eso pase, es así como debes actuar.

Comienza poco a poco

No es razonable pensar que conseguirás acabar con un mal hábito inmediatamente y que no fallarás ni una sola vez. Eso es sólo una receta para el desastre. Por eso, lo importante es saber cómo levantarse cuando caigas y cómo seguir adelante y no dejarse vencer por el desánimo.

Tomarte un helado una noche cuando habías dicho que no volverías a hacerlo es malo, pero lo que es peor es abandonar el intento de dejar de comerlos solo porque fallaste una noche.

Lo importante no es si lo consigues a la primera o a la décima, sino conseguirlo. Por lo tanto, los pasos para eliminar ese mal hábito deben ser pequeños para que no te desanimes ante la inmensidad de los mismos.

Si estás fumando 30 cigarros al día, no es razonable pensar que de un día para otro conseguirás no fumar ni uno. O incluso si logras no fumar por un día o dos, el tercer día te volverás loco y fumarás más de 30 cigarrillos, volviendo a la misma mala costumbre.

Para ser factible, debes comenzar lentamente, reduciendo gradualmente la dosis del mal hábito. Sea el que sea. Si fumas mucho, reduce el número de cigarrillos al día. Si ves la televisión 5 horas, empieza por verla 4 horas y 30 minutos. Si te muerdes las uñas, designa un dedo que estará "libre de mordidas". Seguirás mordiéndote los demás, pero al menos salvarás uno. Muy pronto, podrás mover esto a 8, luego a 7, luego a 6. Luego, dejarás de morderte las uñas en una de tus manos. Poco a poco conseguirás dejar el mal hábito del todo.

Pero mantener todo esto solo en tu cabeza es un problema importante. Nuestros cerebros son falibles, se olvidan fácilmente y tienen sesgos que nublan nuestra percepción y juicio. Para evitar que se entrometa en el proceso, debemos poner todo esto en papel (o formato digital). Así podremos ir midiendo nuestros progresos, sintiéndonos orgullosos de nuestros logros.

Seguimiento y medida

Esta es la regla de oro cuando se trata de cualquier cosa relacionada con los hábitos. Necesitas seguir y medir tu progreso. Saber cómo mejoras y avanzas o dónde fallas. No hace falta una plantilla compleja, una simple pestaña de Excel puede ayudarte.

Esto es importante por dos razones:

Te impide romper la cadena. Si acumulas suficientes días en los que no haces el mal hábito, estarás motivado por la buena racha que estás teniendo. Tendrás una perspectiva más amplia sobre las acciones y comportamientos que hiciste o no hiciste.

Los tableros KanBan aparecieron justamente para intercambiar notas adhesivas porque proporcionaban a una categoría una lista de tareas simple: trabajo realizado anteriormente.

Un tablero kanban típico hoy es Trello, una herramienta de administración simple donde aparecen las tareas que ya has hecho, las que están en progreso y las que harás en el futuro.

Cuando tienes un rastreador, puedes mirar hacia atrás y sentirte orgulloso del progreso y el trabajo que has logrado. Esto te motivará a seguir tomando las mismas decisiones una y otra vez, cerrando efectivamente el mal hábito.

Pero hay una cosa más fundamental para tener éxito: acabar con la identidad que da vida al mal hábito.

Cambia tu identidad

Cuando fumas, no realizas simplemente la acción de fumar. Tienes una identidad detrás de esa acción, eres un fumador.

Cuando comes en exceso, no simplemente realizas esa acción. Tienes una identidad detrás de esa acción, eres obeso.

Por eso es tan difícil hacer cambios cuando se trata de hábitos. Literalmente estamos perdiendo (transformando) una parte de nosotros mismos cuando cambiamos. Perdemos una parte de nuestra identidad, algo que ya no podemos hacer más.

Para cambiar esto debemos ir eliminando nuestra identidad de la acción que estamos realizando. Ya no somos fumadores, somos personas que fumamos. Ya no somos obesos, somos personas que comemos en exceso. Ya no somos perezosos, somos personas que nos entregamos a comportamientos improductivos.

Cuando eliminas tu identidad de la acción que estás realizando, perder los hábitos se vuelve más fácil. Como ya no te identificas con ese comportamiento, se convierte solo en algo que haces.

Una manera aún mejor de romper los malos hábitos sería cambiar en nuestra mente los hábitos positivos basados ​​en la identidad.

Un ejemplo sería que ya no nos identificamos como una persona obesa, ahora nos estamos identificando como una persona sana. Y una persona sana no come en exceso, así que empezamos a comportarnos como una persona sana y, al arreglar la causa, el efecto se resuelve solo.

En resumen, romper los malos hábitos no tiene por qué ser una monotonía. Puede ser realmente estimulante y satisfactorio si implementamos las cuatro estrategias mencionadas anteriormente:

1- Crear un nuevo diseño ambiental que elimine la señal que causa el hábito.

2- Realizar pequeñas acciones cada vez para obtener el máximo efecto. Se trata de hacer menos hoy para lograr más en un año.

3- Lo que se rastrea, se hace. Lo que se mide, se mejora.

4- Y cambiar la identidad detrás del hábito.

Verás cómo funciona. Solo tienes que empezar a probarlo. ¡Suerte!

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