• Buscar
×

¿Por qué las mujeres se casan de blanco?

¿Por qué las mujeres se casan de blanco?

Aunque ahora nos resulte raro ver a una novia vestida de otro color que no sea blanco, lo cierto es que esta costumbre la inauguró la Reina Victoria de Inglaterra en el año 1840. Hasta ese momento, lo normal era casarse de colores vivos entre los miembros de la realeza, y de negro en muchos países como España.

Índice

¿Por qué la Reina Victoria se casó de blanco?

¿Te imaginas a una novia vestida de negro? Parecería que iba a un funeral en lugar de a su boda ¿no? Pues bien, busca en el álbum familiar la boda de tu bisabuela, verás cómo iba de negro. Y es que, en España, hasta mediados del siglo XX, lo normal era casarse de ese color.

En otros países, o entre los miembros de la realeza europea, lo habitual era elegir colores vivos y alegres para el día de la boda. Pero fue justamente una reina, Victoria de Inglaterra, quien decidió casarse la primera de blanco y su retrato se volvió tan popular que, poco a poco, fue imitándose entre todas las mujeres con poder adquisitivo. Y ya en el siglo XX todas, con más o menos dinero, empezaron a elegir el color blanco para sus vestidos de novia, por lo que los diseñadores comenzaron a centrarse únicamente en este color y sus variantes (blanco roto, blanco puro, blanco marfil, etc.).

Victoria de Inglaterra fue una reina muy especial cuyo largo reinado marcó Inglaterra, y toda Europa, en muchos aspectos. Nacida en 1819, heredó el trono a los dieciocho años, tras la muerte sin descendencia legítima de tres tíos paternos. Su reinado, conocido como la época victoriana, estuvo marcado por la revolución industrial y la expansión del imperio británico. Victoria se convirtió en una figura que encanaba los valores morales férreos y conservadores propios de la época.

Se enamoró del príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, su primo, nada más verlo y, de hecho, fue ella la que le pidió matrimonio. Tuvieron 9 hijos y 42 nietos, por lo que muchos de los actuales miembros de la realeza europea descienden de la reina Victoria.

Cuando apareció en la Capilla del Real Palacio de Saint James, en Londres, vestida de color marfil causó una gran sensación y revuelo y, de primeras, fue muy criticada por toda la nobleza, ya que los miembros de las familias reales solían casarse de colores alegres y vivos, generalmente, rojo. El blanco, de hecho, era el color de luto hasta ese momento, por lo que no se entendió su elección.

Pero lo cierto es la que la reina no eligió casarse de blanco por estar más guapa, sino por ayudar a los artesanos que fabricaban encajes a mano. La revolución industrial estaba haciendo mucho daño a los talleres artesanales de confección, por lo que la reina decidió encargarles que fabricaran su vestido de novia con un encaje blanco muy especial, tanto, que tardó 8 meses en terminarse. Y, aunque en un primer momento fue muy criticada, pronto otras novias empezaron a copiarla. Primero solo las mujeres de clase alta y con mucho dinero, ya que era costoso blanquear los tejidos y conseguir ese tono. Sin embargo, a medida que se popularizó la moda, también lo hicieron los vestidos de novia que, aunque siguen siendo muy caros, pueden ser asequibles para la gran mayoría de las personas que se casan.

El vestido de novia a lo largo de la historia

La cultura china fue la primera que creó un traje ceremonial para los matrimonios. Hace unos 3.000 años, la Dinastía Zhou definió la gama de colores permitida para casarse: batas negras con mentidos rojos sobre una prenda interior blanca. Estos colores se mantuvieron hasta la Dinastía Han, que impuso colores diferentes según la estación el año: verde en la primavera; rojo en el verano; amarillo en el otoño; y negro en el invierno.

Durante el Imperio Romano las mujeres se casaban con la túnica blanca que usaban a diario, pero la complementaban con un velo de color púrpura adornado con una corona de flores.

Durante la Edad Media y el Renacimiento, el vestido simbolizaba la riqueza y el poder de la familia de la novia, por lo que era habitual, entre las familias pudientes, usar telas de colores intensos como rojo, azul o púrpura, ya que esos tonos eran muy caros. Además, se bordaban con piedras preciosas o diamantes para mostrar la opulencia de las familias. Como la limpieza brillaba por su ausencia durante estos años, y la mayoría de la humanidad se bañaba solo tres veces al año, se solía escoger la fecha de la boda cerca del primer baño, que se hacía en mayo. Las mujeres de clase pobre se casaban también en tonos rojos, azules o verdes, pero con vestidos de lino o lana mucho más pobres y baratos. El color azul fue el color preferido de las novias durante mucho tiempo ya que se asociaba a la Virgen María y representa la fidelidad y el amor eterno.

Hacia el año 1700 las clases altas se fueron decantando por los colores pastel, mientras que la monarquía y la nobleza comenzaron a utilizar los colores metalizados y las clases bajas el negro o el gris ya que podían reconvertirse en el vestido del domingo para ir a misa (ya que todas las mujeres debían ir de negro y con velo a misa).

Estos tonos se mantuvieron hasta que la Reina Victoria decidió casarse de blanco. Desde ese momento, como hemos dicho, esta costumbre se fue extendiendo, más o menos rápido, por la mayoría de los países occidentales y, en el siglo XX, era ya el color más habitual. El comienzo de este siglo, además, estuvo marcado por la ostentación, con vestidos de seda y encaje, faldas amplias y colas de varios metros, pues se pensaba que, cuanto más larga fuera la cola, más duraría el matrimonio.

Esta ostentación dio paso a vestidos más sencillos y sin vuelo en los años 20. A partir de los años 50, cuando Europa y EE UU comienzan a recuperarse de la II Guerra Mundial, las casas de moda empezaron a tener un gran auge y surgió el mercado actual en torno a las bodas que permiten encontrar vestidos de todo tipo para que cada novia encuentre aquello con lo que sea vea más guapa y especial en un día tan señalado.

Consulta gratuita con un médico especialista

AgeSwitch

También te puede interesar