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Ovulación y cansancio, consejos y remedios

Ovulación y cansancio, consejos y remedios

Los cambios que se producen durante esta fase suelen ser bastante notables para muchas mujeres y los síntomas algo variados. De hecho, después de ovular es normal tener gases, sentir la barriga hinchada, aumentar algo de peso e incluso sentirse mucho más cansada de lo habitual.

Índice

Relación entre la ovulación y el cansancio

La ovulación es la fase que consiste en el desprendimiento del óvulo maduro del ovario que, después de atravesar la trompa de Falopio, pasa al útero y puede ser fecundado. Es decir, el proceso del ciclo menstrual en el cual la pared de un folículo ovárico se rompe y libera un óvulo maduro para su fecundación. Esta fase, además, puede producirse en cualquier momento entre el día 10 y el 21 del ciclo menstrual, aunque por norma general esta fase debería comenzar sobre el día 13 o el día 14.

Y lo que sí debemos tener claro siempre es que ovulación y menstruación no es lo mismo. De hecho, la ovulación femenina es el momento del ciclo menstrual en el que el óvulo sale del ovario y se dirige a las trompas de Falopio, donde espera al espermatozoide para que se produzca la fecundación y así dar comienzo al embarazo. Y la menstruación, por su parte, es el desprendimiento del endometrio, que es la capa del útero donde se produce la implantación del óvulo fecundado o embrión. Ante la falta de fecundación o cuando el embrión no consigue implantar, el endometrio se descama en forma de sangre menstrual, fase que se conoce como “regla o menstruación.

Por tanto, deducimos que la ovulación y la menstruación ni son lo mismo ni ocurren en el mismo momento del ciclo.

Síntomas de la ovulación

Realmente no existe una serie de síntomas claros para darnos cuenta de que estamos ovulando, pues cada mujer siente la ovulación de una forma diferente, igual que sucede con la regla y el síndrome premenstrual. Sin embargo, diversos estudios sí que han establecido algunos cambios que pueden producirse durante esta fase y son muchas las mujeres que los notan.

1. Aumento de la frecuencia del pulso en reposo. Según datos de recientes estudios clínicos, la frecuencia del pulso en reposo empieza a aumentar en los días previos a la ovulación. La frecuencia del pulso en reposo llega a su punto más bajo durante la menstruación, y aumenta unos dos latidos por minuto entre dos y cinco días antes de ovular. Después, la frecuencia del pulso en reposo sigue aumentando y alcanza su pico máximo a mitad de la fase lútea. Finalmente, cae en los días en los que empieza la menstruación, pero si hay embarazo, se mantiene elevada.

2. Cambios en la temperatura corporal basal. Hay mujeres que observan que la temperatura basal de su cuerpo llega a su punto más bajo el día de la ovulación. Tras la ovulación, el aumento en los niveles de progesterona hace que la temperatura basal incremente de 0,2 a 0,5 grados centígrados. Lo más recomendable es utilizar un termómetro para comprobar si la temperatura corporal ha aumentado algunas décimas respecto a la temperatura que se tiene normalmente. No obstante, el aumento de la temperatura basal solo confirma que se ha ovulado, y que ya es demasiado tarde para concebir en ese ciclo.

3. Cambios en la mucosa cervical. En los días previos a la ovulación, los niveles de estrógeno aumentan, lo cual cambia la consistencia de la mucosa cervical. Cuanto más nos acercamos a la ovulación, mayor es el contenido de agua de la mucosa, que se vuelve más resbaladiza y clara conforme se acerca la ovulación. La mucosa cervical más fértil es como si fuera clara de huevo cruda. Tras la ovulación, los elevados niveles de progesterona hacen que la mucosa cervical se seque rápidamente. Esta mucosa cervical es señal de que nuestro cuerpo se está preparando para ovular, aunque no confirma que ya se haya ovulado, pues siempre hay excepciones como en el caso de las mujeres con el síndrome del ovario poliquístico (SOP).

4. Dolor en las mamas o en los pezones. El dolor y la sensibilidad de las mamas o de los pezones puede darse en los días previos a la ovulación, así como en los días siguientes, debido al elevado nivel de hormonas.

5. Dolor pélvico. Alrededor del veinte por ciento de las mujeres experimentan dolores relacionados con la ovulación, pero este dolor no se da necesariamente en el momento justo de la ovulación por lo que no debería usarse como señal definitiva de que se está ovulando.

6. Manchado. Hay mujeres que manchan ligeramente en los días cercanos a la ovulación. En la primera parte del ciclo aumentan los niveles de estrógeno, que hace que crezca el revestimiento uterino. Después de la ovulación, aumentan los niveles de progesterona, que hace que el revestimiento uterino se engrose y madure. El manchado de los días cercanos a la ovulación puede deberse a que el revestimiento uterino ha crecido debido a los niveles elevados de estrógeno, pero todavía no se ha engrosado ya que la progesterona no ha alcanzado aún su punto álgido.

7. Aumento de la libido. Es posible que las ganas de mantener relaciones sexuales en los días previos a la ovulación se incrementen debido al aumento del nivel de estrógeno. No obstante, hay muchos factores que también aumentan la libido, y es por ello por lo que deducimos que estar excitada no es una señal clara de que se está ovulando. Además, hay que tener claro que algún que otro condicionante puede hacer bajar esa libido, haciendo que esas ganas de hacer el amor con nuestra pareja se vean algo reducidas por lo que en esos momentos no es ningún indicador de no ovulación.


8. Cambios en la postura cervical. La mayor parte del tiempo, el cérvix está en un lugar bastante bajo de la vagina y tiene una apertura muy pequeña. En el momento de la ovulación, el cérvix sube, se vuelve más suave y se abre más. El cambio es algo sutil, pero si se coge la costumbre de inspeccionarlo con regularidad, seguro se notará la diferencia.

Además, también es común que durante la fase del síndrome premenstrual aparezcan otros síntomas como el dolor en la espalda baja, uno de los dolores más intensos que se siente a la altura de los riñones y que es similar al dolor de los cólicos abdominales. Otro síntoma muy común suele ser la pesadez en las piernas, y el dolor tanto en esta parte del cuerpo como en los brazos. Un dolor bastante similar, además, al que se siente al terminar de hacer ejercicio. Asimismo, la inflamación se convierte en otro síntoma bastante común junto a los dolores de cabeza punzantes que dura algunos días.

Todos ellos, por tanto, hacen que nos sintamos mucho más cansadas de lo habitual. El cansancio hace referencia básicamente a la falta de fuerzas después de realizar un trabajo físico, emocional, intelectual o bien debido a una falta de descanso; y es síntoma de una enfermedad si no hay una actividad previa que lo justifique. Por este motivo, se contempla como un síntoma cuya expresión pertenece al enfermo y no se puede medir de ninguna otra manera. En esos casos, es el médico quien debe investigar el origen para poner tratamiento. Sin embargo, hay que tener en cuenta que cuando se trata de un cansancio normal, como sería el caso de la ovulación (pues es común), simplemente se recomienda descanso físico, pero también, y muy importante, descanso psicológico.

Cabe destacar, por tanto, que la aparición de todos estos síntomas se incluye dentro del síndrome premenstrual, y son una señal clara, además, de que nuestro cuerpo está ovulando.

Por norma general, los síntomas tanto físicos como del sueño y el cansancio, suelen desaparecer con la llegada de la menstruación. En algunas mujeres, por ejemplo, que sufren síntomas muy severos de ansiedad e irritabilidad pueden persistir los problemas de sueño e incluso transformarse en insomnio crónico.

Cuando esto sucede, es decir, cuando una mujer presenta alteraciones del sueño relacionado con la menstruación, lo ideal es que comience a vigilar sus necesidades, mantener un horario regular de este, realizar ejercicio habitualmente, logrando así también aumentar el sueño lento y profundo, alimentarse de manera sana y equilibrada evitando, sobre todo, las comidas que tengan mucho azúcar, la cafeína y el alcohol antes de ir a dormir, que además favorecen la fragmentación del sueño. Y, por último, tratar de reducir el estrés.

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