• Buscar
×

¿Nuestra obsesión por la limpieza nos hace enfermar más?

¿Nuestra obsesión por la limpieza nos hace enfermar más?

Seguro que has oído a tu abuela decir más de una vez: “No te laves tanto el pelo que te vas a quedar calvo” o “Como te eches más desodorante, vas a parecer una perfumería”. Y es que, para muchos, el ducharse a diario, lavarse el pelo todos los días y usar tanto producto es excesivo y no solo no es necesario, sino que puede ser perjudicial para la salud, argumento que algunos estudios avalan. ¿Cuánto es demasiado? ¿Cada cuánto hay que ducharse?

Índice

La hipótesis de la higiene

Para muchos, nos hemos obsesionado con la limpieza y usamos demasiados productos desinfectantes, antibacterianos, lejías, purificadores de aire, etc. Asimismo, nos duchamos y lavamos el pelo todos los días, nos damos desodorantes, nos echamos colonia, esterilizamos los productos de nuestros bebés hasta que tienen 12 meses… Esta obsesión por mantenernos limpios, a nosotros y nuestras casas, puede estar perjudicando nuestra salud ya que hace que nuestro sistema inmunológico se debilite al eliminar de nuestro organismo no solo las bacterias perjudiciales, sino también las saludables.

Otra de las desventajas de un exceso de limpieza, es que las bacterias se acostumbran a los productos que se utilizan con regularidad y hay que acabar usando productos mucho más fuertes y molestos para nosotros.

Es lo que se conoce como “la hipótesis de la higiene” y afirma que los niños que tienen menos exposición a los virus y las enfermedades son más propensos a desarrollar alergias y asma más adelante. Por otro lado, los niños que crecen en áreas rurales, alrededor de animales o en familias más grandes, tienden a tener una menor incidencia de alergias y asma que sus compañeros al estar expuestos a más gérmenes y virus.

La teoría detrás de la hipótesis de la higiene se basa en que cuando los niños no están expuestos a pequeñas dosis de virus, bacterias y parásitos, su sistema inmunológico no puede practicar la lucha contra estas infecciones. Y sin práctica, el sistema inmune nunca aprende cuándo y cómo luchar. Así, cuando se encuentra con una sustancia extraña, reacciona de manera exagerada provocando asma y reacciones alérgicas.

Esta hipótesis no es solo eso ya que estudios recientes respaldan esta afirmación. Como la investigación realizada por el Dr. Robert Woods, jefe de la División de Alergia e Inmunología del Johns Hopkins Children's Center en Baltimore, coautor de un estudio sobre los efectos de la exposición temprana a los alérgenos, quien descubrió que los niños expuestos a alérgenos específicos en su primer año de vida tenían menos probabilidades de experimentar síntomas específicos de alergia (como sibilancias) más adelante.

Por eso, si bien nuestro estilo de vida obsesionado con los gérmenes puede significar que nuestros niños sufran menos casos de resfriado y gripe, también significa que estamos exponiéndolos a un mayor riesgo de asma y alergias.

La exposición a ciertas bacterias es buena

Esto no quiere decir que haya que dejar de lavarse las manos al volver de la calle o de bañarlos si están rebozados de arena y barro, ya que la exposición a ciertos virus y bacterias realmente puede hacer que nuestros hijos enfermen gravemente y está demostrado que lavarse las manos con frecuencia evita el contagio de virus como el de la gripe.

Además, no se sabe cuál es el momento idóneo para desarrollar la exposición a estos patógenos y así fortalecer el sistema inmune. Es necesario completar muchas más investigaciones para que los médicos puedan comprender mejor la hipótesis de la higiene y nuestro papel en la prevención de enfermedades.

Pero lo que está claro es que un poco de suciedad nunca es mala. Así que no temas dejar que tus hijos jueguen en el parque y se manchen o que se lleven las manos a la boca después de haber tocado la arena. Además, no se debe abusar de los antibióticos ya que el uso excesivo de estos crea resistencias a las bacterias y pueden no ser efectivos cuando realmente hagan falta, por lo que nunca debes usarlos por cuenta propia ni para tratar virus ya que son ineficaces y peligrosos a largo plazo.

Tener buenos hábitos de higiene es fundamental para conservar la salud y no ser aislado en la sociedad por temas como el mal olor, pero no hay que pasarse.

Entonces, ¿cada cuánto hay que ducharse?

Según un estudio realizado por Demoscopia, de entre toda Europa, somos el país más limpio (pasamos una media de 48 horas al año en la ducha). Los jóvenes son los que suben la media. El 50% de ellos se ducha una o más veces al día, y pasa una media de 12 minutos bajo el agua cada vez.

Mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado la duración de la ducha ideal en 5 minutos, solo el 9% de los españoles sigue esta indicación. Esto es malo no solo para el consumo energético y de agua, sino que la barrera que recubre nuestra piel puede desgastarse o alterarse a consecuencia de duchas indiscriminadas y el uso de jabones inadecuados.

Por eso, el problema no está tanto en cada cuánto ducharnos, sino en cómo hacerlo. No hay problema en darse una ducha diaria, pero no debe durar más de 5 minutos y hay que usar un jabón especial (el gel de baño debe tener un pH entre 5.5 y 6) o incluso solo agua de vez en cuando para refrescarnos y quitarnos el sudor, pero sin necesidad de usar gel siempre.

Asimismo, a medida que envejecemos sudamos menos, por lo que las personas mayores pueden ducharse solo 2 o 3 veces a la semana.

Causas y tratamiento de la misofobia

La misofobia u obsesión por la limpieza es una fobia que forma parte de los TOC (Trastornos Obsesivos Compulsivos). En este caso, la necesidad de tenerlo todo limpio se convierte en una obsesión que domina a la persona y no le deja vivir su vida de manera normal, ya que tiene que limpia con compulsión. Aunque pueda parecer que no es algo perjudicial, todas las obsesiones lo son, por lo que debe tratarse.

Este TOC suele empezar por un pensamiento que se convierte en obsesión, por ejemplo, colocar los vasos de una forma determinada, ordenar todo, limpiar varias veces al día… Este pensamiento genera ansiedad que provoca malestar que solo se alivia momentáneamente al limpiar u ordenar, pero al poco sobreviene de nuevo la angustia y la obsesión. Solo cuando esta necesidad de tenerlo todo limpio y ordenado interfiere en nuestra vida personal, familiar y laboral se considera un TOC.

No se sabe qué desencadena esta enfermedad y comportamiento, aunque es más habitual en personas que sufren ansiedad, muy perfeccionistas, con una educación estricta…

El tratamiento para un trastorno obsesivo compulsivo es romper el 'bucle', es decir, ir poco a poco dejando de limpiar y ordenar de manera compulsiva. Para lograrlo, es necesaria la ayuda de un profesional de la psicología.

Fuente:

Dr. Robert Woods, jefe de la División de Alergia e Inmunología del Johns Hopkins Children's Center en Baltimore

Redacción: Irene García

Consulta gratuita con un médico especialista

AgeSwitch

También te puede interesar