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¿Cuándo hay que separarse?

¿Cuándo hay que separarse?

Ya nada es como antes. Vuestros sentimientos a lo largo de todos estos años han ido disminuyendo tanto que has acabado viendo a tu pareja más bien como un amigo, y sí, eso al principio y durante la relación es estupendo, pues ante todo debe ser tu amigo y confidente. El problema viene cuando dejas de querer, cuando dejas de sentir atracción por esa persona o, peor aún, cuando comienzan a atraerte otras de vuestro entorno.

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Cuando el amor tiene un final

Una atracción ajena que, por supuesto, puede acabar en una infidelidad, cada vez más habitual, pero para algunos prácticamente inevitable (sobre todo si la relación es muy larga). Eso sí, si todavía tienes cariño a esa persona y te duele verla sufrir, lo mejor es cortar esa relación por muchos años que llevéis e intentarlo (si se quiere) con esa tercera persona que ahora ha entrado a formar parte de vuestras vidas, o evitarlo a toda costa hasta que no des el paso de separarte. Y, por supuesto, si eres infiel por naturaleza y no puedes estar solo con una persona ¡no te comprometas!

La soltería a la edad que sea también se disfruta igual y, además, sin dar explicaciones de ningún tipo a nadie. No pasa nada si no puedes establecer una relación formal y seria con alguien, pero si tus infidelidades son recurrentes, lo mejor es que seas sincera y te separes (por el bien de los dos). Y a pesar de que sabemos que a veces no es tan fácil como dejarlo todo de golpe y porrazo, sobre todo si hay hijos de por medio, hay que tener en cuenta que, a la larga, seguramente os vaya a ir mucho mejor si habláis con total sinceridad. Si una pareja ya no puede o no debe estar unida porque algún miembro no siente lo que debería de sentir por la otra persona, lo mejor es la separación. Será un proceso algo largo y complicado (sobre todo si los niños se encuentran en una edad algo difícil como la adolescencia, pero siempre será mejor que engañar al padre o la madre de tus hijos).

Cuando no hay hijos en la relación la cosa puede resultar algo más sencilla, pues aquí solamente pueden sufrir dos personas. Sí, dos personas porque, aunque no lo creamos el sufrimiento (aunque sea distinto) existe tanto para el que decide separarse como para el que no. De hecho, anterior a esos meses de indecisión previa a la separación definitiva, lo más probable es que hubiera mucho amor, mucha pasión y, en definitiva, miles de sentimientos hacia esa persona con la que se han compartido tantas y tantas experiencias en el pasado.

Pero el amor en todas sus variantes también se acaba y antes de hacer sufrir a otra persona, de engañarla o de engañarte a ti misma, lo mejor es que pongas fin a esa relación que ya no va para ningún sitio y te sinceres (en la medida en que lo creas tú necesario y dependiendo, por supuesto, del daño o dolor que puedas causar en la otra persona al decirle algo difícil de aceptar).

Ya no estoy enamorada ¿debería separarme?

Cuando hablábamos del amor en todas sus variantes nos referíamos a esto precisamente, al enamoramiento. Y lo primero que debemos tener claro ahora mismo es que el enamoramiento en sí mismo es tan solo una fase en una relación de pareja, y no porque ya no estemos enamoradas o no sintamos lo que al principio debemos sí o sí separarnos de nuestra pareja, pues de hecho, y según los expertos, es normal, no que se termine el amor o la magia, sino que simplemente la intensidad con la que una relación se inició tiene su fin.

De hecho, la bioquímica que se establece en el enamoramiento (amor pasional) tiene fecha de caducidad y dura entre seis u ocho meses, de promedio, y es el periodo en que las parejas pasan más tiempo juntas y se idealizan, o eso es, al menos, lo que se dedujo gracias a un estudio de la Universidad Sonora de México, explicando que el proceso del enamoramiento hace funcionar al cerebro segregando serotonina, la hormona de la felicidad, pero de forma paulatina, y a medida que se va dando la adaptación, estos niveles de serotonina bajan disminuyendo el enamoramiento y transformándose en el amor de pareja. El problema está en que en las fases del enamoramiento el tiempo no es igual para todos, pues un miembro de la pareja puede llegar a desencantarse antes que el otro.

Además, en el estudio se agrega que el enamoramiento es una psicosis neurótica, es decir, un proceso donde la persona siente deseo y atracción por un estímulo que es el ser amado, aunque también es posible que se presente un proceso de ansiedad ante la pérdida potencial de la pareja, pues “cuanto más se expone o cuanto más tiempo se comparte en pareja, más se habitúa uno y antes comienzan a desaparecer esos niveles de ansiedad”.

Por su parte, el Doctor García Huete, experto en psicología clínica y coaching, asegura que “además de aspectos biológicos, hormonales, químicos, etc. existen variables de personalidad, inteligencia y otros, que permiten predecir si eres más o menos compatible con tu pareja desde el principio”. De hecho, es habitual que, a lo largo de nuestra vida, establezcamos relación con muchas parejas por las que algunos de nosotros no apostemos nada, y pensemos que no van a durar mucho tiempo y, sorprendentemente, lo hacen. Según Huete “existen tres factores que van a determinar el éxito en una relación de pareja: el atractivo, la convivencia o amor/amistad y el amor responsable, en donde los valores y las metas de la vida también pueden asegurar una relación prolongada”.


Pero ¿cuánto dura una relación de pareja? Tal y como el experto en psicología afirma, lo más importante es diferenciar dos tipos de amor: el amor/pasión y el amor/estable-convivencia, pues a pesar de que existen muchísimos factores difíciles de controlar y predecir, para García Huete, “sí hay estudios que indican que sí es solo amor/pasión, la duración no va a ser más de tres o cuatro años. Sin embargo, en el lado opuesto a esto, donde no solamente la atracción sexual es el pilar básico de la relación, sino que hay amor y convivencia, la relación puede alargarse de forma indefinida”.

Además, para el experto, dentro de ese amor responsable hay una serie de valores y creencias que tienen una gran importancia, como, por ejemplo, seguir por la familia y los hijos en una época de crisis, mantenerse junto a la pareja para reducir los problemas económicos de vivir un miembro de la pareja solo, seguir juntos evitando esa sensación de soledad que muchas personas no soportan, etc. Por lo que “sí”, tal y como asegura el experto, “se puede sobrevivir sin amor”, pero ¿queremos hacerlo o no?

Hay que tener claro que siempre que “ese enamoramiento” desaparece, uno no debe tirar todo por la borda y romper con su relación, es decir, separarse de tu pareja solo porque ya no estés enamorado como al principio. Es imposible que ese enamoramiento que tuviste al principio o incluso en mitad de la relación dure toda la vida. Además, si todavía quieres algo a esa persona e incluso sigues sintiéndote atraída en el plano sexual y no hay infidelidades de por medio, probablemente la mejor solución sea intentar que la relación no se rompa, luchar por tu relación y no separarte. Sin embargo, si lo vuestro es imposible de cualquier manera y por mucho que lo hayáis intentado la cosa no mejora, y además hay infidelidades de por medio, lo mejor es separarse y firmar el divorcio.

¿Cómo superar una ruptura?

Para el Doctor García Huete, en cualquiera de los dos tipos de relaciones (excepto, quizás, en las que la pérdida de atracción sexual lleva en sí misma al fin de la relación), no suele ser una decisión de mutuo acuerdo y es una de las dos partes la que decide terminar con la relación que, aunque también sufrirá, normalmente será quien “estará mejor finalizando esa relación”. Sin embargo, la persona dejada deberá trabajar esa “pérdida amorosa”. Pero ¿cómo?

Pues bien, en ese caso, es decir, si la relación finalmente ha llegado a su fin y no hay solución de ningún tipo para poder salvarla, lo mejor es acudir a un profesional de psicología o terapeuta para ayudar a reducir el sufrimiento y, por supuesto, acelerar el paso a una situación mejor.

Y en cuanto a los trámites legales, lo mejor es acudir a un abogado e intentar llegar a un acuerdo amistoso.

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