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¿Cómo tratar a un jefe prepotente?

¿Cómo tratar a un jefe prepotente?

Hay una diferencia muy importante entre un jefe que también sea líder a otro que simplemente quiera imponer su autoridad. Para aquel que es líder, estar al mando sólo es un privilegio si resulta ser una herramienta útil para la organización. Pero para el jefe prepotente la autoridad es un privilegio concedido por su puesto de mando. Si tu jefe encaja dentro de este último, tendrá una excesiva valoración de sí mismo y probablemente se sienta superior a los demás. Por eso no dudará en tratar de imponerse por la fuerza –no de una forma literal–, convencido de que el resto de la gente debe someterse a su voluntad.

 

 

 

Índice

En los cargos de poder, además de la responsabilidad, se suma la conciencia de que las grandes decisiones dependerán de ti. Por eso se pueden desarrollar muy fácilmente actitudes prepotentes y la sensación de ser unos ‘creadores’ que están por encima del bien y del mal, casi como una deidad.  Aunque cada caso sea diferente, los jefes prepotentes se caracterizan porque creen que todo lo hacen bien, no aceptan consejos ni agradecen a sus empleados el trabajo bien hecho.

Se disfrazan con ‘ser claros y directos’, muchas veces con un tono paternalista, diciendo siempre lo que piensan. Esto es un arma de doble filo bajo la que se camuflan. Porque pueden ser honestos, pero no llevan la verdad absoluta de nada. Hay tantas ‘verdades’ como ‘versiones’ y para solucionar un problema o plantear una cuestión siendo lo más justo posible se deberían escuchar todas. Dejemos de permitir que la honestidad sea la principal fuerza de los jefes prepotentes: puede que digan lo que piensan, pero no sirve de nada si lo que piensan está contaminado por su prepotencia.

Las personas prepotentes, por desgracia, se encuentran en todas las compañías y en cualquier sector, por lo que es importante aprender a convivir con ellas. Asume cuanto antes que no te dará las gracias por el trabajo ni te felicitará por los buenos resultados. Eso sí: cuando cometas un error estará ahí para cuestionarte.

¿Por qué sigue siendo ‘un clásico’?

En las películas sigue representándose a los jefes como personas sin empatía que deben ser inflexibles por el bien del negocio. El foco del problema de por qué no se exime del poder a este tipo de perfiles responde al estereotipo arquetípico de ese jefe rancio y prepotente ‘de toda la vida’. Aquel por el que sus empleados se callan al pasar, que siempre se escuchan gritos desde su despacho y la imagen de triunfador maldito persisten con el paso de los años. Sin ir más lejos uno de los más grandes ‘jefazos’ del gran gigante de la manzana, Steve Jobs, fue una de esas autoridades que callaba a gritos a sus colegas durante reuniones, era evidentemente impaciente y desestimaba las contribuciones de otros. Pero hay que tener muy claro que este gran emprendedor triunfó a pesar de su carácter.

Está demostrado que gritar o imponer una posición no sirve de nada para aumentar la producción. De hecho, el mismo Steve Jobs tuvo que calmar su comportamiento cuando regresó a Apple para su segundo y más exitoso período con la compañía. Además, un estudio de Christine Porath, de McDonough School of Business, de la Universidad de Georgetown, EE. UU, aseguró que no es buena idea tratar de imitar el estilo de Steve Jobs. En su investigación, que abarca más de 20 años, los encuestados aseguraron que trabajaban con menos intensidad si los gerentes eran groseros con ellos.

De hecho, este problema empieza desde los ámbitos educativos, donde los profesores ya empiezan a mantener aptitudes prepotentes con sus alumnos. Estudios de laboratorio demostraron que los estudiantes que eran despreciados por los profesores eventualmente tenían menos éxito con los juegos de palabras. El estudio de Porath demostró que el comportamiento irrespetuoso de parte de jefes, colegas o profesores afecta la tasa de enfermedad y la salud mental, impide la creatividad y, sobre todo, disminuye la retención del personal.

Otro de los factores que hacen que siga existiendo este rol son las diferencias entre mujeres y hombres, aunque parezca increíble. Si una mujer mantiene un cargo de autoridad suele ser vista como ‘una bruja’, mientras que un hombre suele transmitir, con el mismo papel, la imagen de ‘tener que hacer lo que se tiene que hacer”. La mala noticia es que, en ambos tipos de estrategia, amable o desagradable, hay un riesgo adicional si eres mujer ya que las mujeres que tienden a ser muy colaboradoras por lo general son vistas como líderes ineficaces. Por eso si un hombre actúa como un líder y ‘no se sale de tono’ se suele ver como alguien ‘afeminado’ visto como algo vergonzoso o ‘que le falta experiencia’. Por eso todos somos culpables –un poco– de que se siga viendo bien la imagen de un jefe prepotente e inflexible como salvavidas para que una empresa prospere.

Si quieres dejar de ser un jefe prepotente, ¡no te preocupes! Hay salida. Para empezar, no vuelvas a abandonar una conversación antes de que haya terminado, no interrumpas, no te burles del trabajo de alguien –y muchísimo menos en frente de otros–, no tomes el crédito del logro ajeno, no mires el móvil cuando alguien te esté hablando y sobre todo no grites. Eso también es violencia. ¡Mucha fuerza!

Consejos para tratar a tu jefe prepotente

Pero si eres un empleado, y quieres aprender a tratar con un jefe prepotente, coge aire y sigue los pasos:

  1. Observa a tu jefe como un cliente descontento

Hay cosas que son inevitables y siempre nos toparemos con clientes descontentos que muchísimas veces lo están por motivos injustificados. ¡Ten paciencia! Intenta empatizar y pensar que la responsabilidad le está consumiendo. Promete poco, cumple mucho… No dejes que te desestabilice. Tu trabajo no es tu vida, por lo que su opinión sobre ti nunca serás tú.

  1. Busca la causa de su prepotencia

Muchas veces los jefes prepotentes no saben que lo son, o no lo son y disfrazan su inseguridad con una falsa soberbia. Mírale como un ser humano –con la mismas carencias y miedos que tú– y desmitifícale. Puede que al ver que tú le tratas con respeto pero como un igual, cambie de actitud y se baje del peldaño.

3.Habla con él

Pasa a la acción. Dile que ciertos comportamientos suyos desestabilizan tu trabajo y te impiden tener una buena salud laboral. Utiliza siempre la baza del negocio, porque muchos desvalorizarán tus palabras si los tratas como un tema personal entre ambos. Habla con seguridad y siempre desde tu sitio: no enumeres las veces que te ha humillado en público, pero si no te cree no hables en general. Utiliza al menos un ejemplo práctico.

  1. Sugiere alternativas

Ponte a su lado y mira todo desde su perspectiva para dar con soluciones y evitar los problemas. Déjale claro que entiendes que el papel de líder no es sencillo pero que sabes que entre sus funciones está proteger a sus empleados, funcionar como equipo y no como rivales.

  1. Busca otro empleo donde te traten con dignidad

Sabemos que a veces esta es la opción más kamikaze, pero antes esta tu salud que tu solvencia. Si la situación es insostenible, busca otro empleo. Lamentablemente, no estás sólo: más de la mitad de las personas que deciden renunciar a su trabajo lo hacen, no por una mejor oferta de otro empleador, sino para escaparle a un jefe con el que ya no pueden lidiar más dentro del ámbito laboral.

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