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Cómo tratar con personas que hablan demasiado

Cómo tratar con personas que hablan demasiado

¿Cada vez que intentas concentrarte en tu trabajo te interrumpe un compañero al que le gusta demasiado darle a la lengua? ¿Eres un imán para las personas habladoras y te cuentan sus problemas todos los desconocidos en el metro? Si estás cansado de escuchar a personas que no callan ni debajo del agua, estos consejos pueden ayudarte.

Índice

Problemas de las oficinas

En todos los ámbitos podemos encontrarnos con personas demasiado habladoras que no se dan cuenta de cuándo hay que callarse. En el trabajo, en clase, en el metro… por todas partes nos acosan con su charla incesante, lo que puede agotar nuestra paciencia y nuestra concentración, haciendo incluso que nos equivoquemos o fallemos en un importante proyecto. Sin embargo, muchas veces no es posible decirle al otro que se calle sin quedar mal o parecer un borde, por lo que es necesario contar con herramientas que nos ayuden a lidiar con las personas habladoras cuando ya no queremos seguir escuchándolas.

Y es que según un estudio realizado en la Universidad de Sydney, las ventajas de las oficinas diáfanas son, en teoría, un mejor trabajo en equipo, creatividad y "facilidad de interacción". Pero el estudio encontró que la interacción forzada no compensaba las desventajas de una oficina de estas características, que coincidía exactamente con la experiencia antes comentada: ruido y falta de privacidad.

¿Por qué algunas personas hablan tanto?

Algunas personas llenan el espacio vacío con conversaciones nerviosas para aliviar su ansiedad. Otras mantienen un flujo de relleno verbal porque mantiene su cerebro distraído y alejado de sus emociones. Mientras que otras hablan porque les resulta gratificante escucharse a sí mismas. El punto común de todos es que necesitan a alguien a quien contar lo que han comido, lo malo es que no todas las personas están interesadas en conocer el menú de los demás, sobre todo cuando intentan concentrarse en su trabajo.

Todos hemos intentado mandar señales sutiles para indicar que no queremos seguir hablando, como un “Bueno, luego seguimos” o ponernos a escribir en el ordenador, pero lamentablemente estas señales rara vez funcionan. Un estudio reciente publicado en el Journal of the Experimental Analysis of Behavior incluso probó una técnica sutil clásica: evitar el contacto visual.

En el estudio, las conversaciones se organizaron entre dos actores y un participante. Los actores recibieron instrucciones de ofrecer una aprobación verbal como "Sí, estoy de acuerdo", "Exactamente" o "Buen punto", a intervalos específicos. Lo que difería es que, en la mitad de las conversaciones, los actores decían estas frases mientras hacían contacto visual, mientras que, en la otra mitad, lo hacían mirando hacia otro lado, una señal sutil que usamos a menudo cuando intentamos cerrar una conversación.

En este último caso, ¿los participantes se dieron cuenta de esto y hablaron menos? De ningún modo. Evitar el contacto visual no tuvo ningún efecto. Peor aún, el estudio encontró que el participante conversó más con cualquiera de los dos actores que hablaron menos.

5 consejos para “callar” a las personas que hablan mucho

- Dilo en voz alta

Es tentador utilizar señales no verbales para indicar que no deseas hablar, como evitar la mirada o incluso continuar escribiendo mientras están parados allí hablando sin cesar, pero generalmente este tipo de personas no captan las señales sutiles, por lo que no sirven de nada.

Por eso, es necesario decir en voz alta que en ese momento no puedes charlar, incluso antes de que se siente a tu lado o se acomode para iniciar una larga perorata. No esperes a una pausa para no sentirte mal, es mejor que lo digas desde el primer momento, incluso haciendo un gesto de “stop” con la mano.

La clave para que funcione es cómo lo haces. Tienes la oportunidad de establecer el tono. Si estás ocupado y no puedes hablar, dilo como un hecho simple, sin acrobacias demasiado educadas o un "Tenemos que hablar" al estilo dramático.

Algunas ideas son:

- “Vaya, sí que quiero escuchar tu historia, pero tengo prisa para entregar el proyecto a tiempo, luego hablamos ¿vale”.

- “¿Cómo va? Lamento decirte que voy pillado con mi fecha de entrega, así que no puedo hablar con nadie hasta las 16 horas. Luego nos vemos”.

- "¡Qué bueno verte! Oye, estoy en medio de algo, ¿puedes pasar más tarde?".

Verás cómo la mayoría de los conversadores, que realmente solo quieren matar el rato, no se ofenden por tus comentarios y se van sin problemas, dejándote trabajar. Asumiendo que no son acosadores, cuando interrumpes y fijas un límite, en realidad no se enfadan, solo se van a otro lado y te respetan más por defenderte.

Por supuesto, calibra quién es tu interlocutor antes de ahuyentarle. No lo hagas con tu jefe, incluso si se detiene para molestarte con cualquier tontería.

- Redirigir a los visitantes para que regresen en las horas de descanso

Es importante escuchar las historias de tus compañeros para establecer una buena relación y llevarse bien. Pero no tienes que hacerlo en su horario. Por lo tanto, diles a qué hora estás libre o estipula un límite de tiempo para la conversación.


"Tengo una fecha límite de entrega, así que tengo dos minutos".

"Estoy a punto de acabar algo, ¿puedes regresar en media hora?".

Nuevamente, es mejor hacer esto verbalmente. Las señales, especialmente la serias, a menudo se presentan como pasivo-agresivas o fuera de lugar, así que piénsalo dos veces antes de hacer cualquier gesto. La única excepción puede ser un signo humorístico, aunque siempre debes tener en cuenta si quedará bien o no en la oficina, dependiendo del ambiente de trabajo que haya.

- Prepárate para el retroceso

Cada grupo tiene una cultura: tu oficina, tu familia, incluso tu pareja tiene una cultura propia con roles, reglas y chistes internos entendidos implícitamente. Cuando intentas cambiar una cultura, esta retrocede, intentando mantener la homeostasis. Lo que nos lleva al consejo 4.

- Mantente en tus trece

Las culturas pueden cambiar. Y lo que les ayuda a cambiar más rápido es la consistencia, especialmente al principio. Al establecer límites, puede ser tentador ceder "solo por esta vez". Pero apégate lo más posible a tus ideas.

Piensa en esperar un autobús. Si estás seguro de que el autobús llega cada 10 minutos, cogerás un taxi después de esperar 11 minutos. Pero si sabes que el autobús llega tarde de vez en cuando, pero llega, esperarás mucho más tiempo, tal vez incluso 20 o 30 minutos.

El mismo principio se aplica con los límites de configuración. Si constantemente expulsas a la gente de tu sitio antes de las 3 de la tarde (y les dices verbalmente lo que estás haciendo), recibirán el mensaje mucho más rápido que si haces excepciones.

Décadas de psicología del comportamiento nos dicen que el refuerzo intermitente solidifica el tipo de aprendizaje más difícil de extinguir. Las ratas recompensadas intermitentemente empujarán las palancas hasta que se agoten, con la esperanza de obtener comida, mientras que las que reciben una recompensa en un horario fijo se alejarán una vez que se den cuenta de que no habrá comida hasta más tarde. Por supuesto, los humanos no son ratas, pero se aplica el mismo principio; ejemplo: simplemente imagina a las personas que introducen monedas en una máquina tragaperras

- Obtén apoyo de tus superiores

Si tus jefes solo te ven echar a la gente de tu sitio y ser “desagradable” con ellos, pueden acusarte de antisocial o de no saber trabajar en equipo, sin saber lo que realmente está pasando. Por eso, es conveniente que expliques a tu jefe tu problema y la decisión que has adoptado para evitar que te distraigan de tu trabajo. Es importante mantener estas reuniones sobre la productividad y el resultado final para que tu jefe entienda que lo haces por el bien de la oficina. Seguro que en ese caso no tienen ningún problema en que “eches” a la gente de tu lado.

Y si nada funciona y no consigues centrarte en la oficina, quizá puedas proponerle teletrabajar algunos días, tener un espacio cerrado para ti o poder usar una máquina de ruido blanco para poder centrarte en la oficina.

Fuente:

“Workspace satisfaction: The privacy-communication trade-off in open-plan offices”, Jungsoo Kim, Richard de Dear https://doi.org/10.1016/j.jenvp.2013.06.007

“Allocation of speech in conversation”, Simon C, Baum WM, J Exp Anal Behav. 2017 Mar;107(2):258-278. doi: 10.1002/jeab.249.

Dra. Ellen Hendriksen, psicóloga

Redacción: Irene García

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