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Cómo afecta el alcohol al cerebro

Cómo afecta el alcohol al cerebro

Beber alcohol es una práctica extendida que se ha instaurado en nuestra cultura casi como un acto social sin más intenciones que pasar un buen rato. Pero esta práctica trae consecuencias tan notorias como las 3,3 millones de muertes que se cobra al año, y otras más silenciosas pero igual de nocivas. Aunque todos los sistemas del cuerpo sientan los efectos del alcohol, el sistema nervioso central es el que más sufre las consecuencias ya que esta sustancia tóxica pasa a través de la barrera hematoencefálica, llegando directamente a las neuronas.

 

 

 

Índice

Aunque es perjudicial para todo el mundo, el alcohol afecta a las personas de manera diferente dependiendo de su sexo, tamaño y otros factores, por lo que los síntomas van a depender del nivel  de alcohol en la sangre. También influye la predisposición a la enfermedad del alcoholismo que puede despertarse en el individuo, aunque nadie queda exento de padecerla.

El proceso de absorción del alcohol en nuestro cuerpo a corto plazo

Para comprender cómo afecta el alcohol en nuestro cuerpo a corto plazo, es interesante que conozcamos el proceso por el que pasamos al beber:

Cuando tenemos entre 0,1 y 0.5 gramos de alcohol por litro de sangre, no hay síntomas, pero la velocidad de las reacciones comienza a ser más lenta y torpe. Con este nivel ya no podríamos conducir, ya que aumenta las posibilidades de tener un accidente.

Entre 0,5 y 1 gramo de alcohol por litro de sangre sentimos la famosa desinhibición, experimentamos euforia, verborrea, tenemos reacciones aún más lentas y la torpeza se acrecenta.  Pero esto no ocurre por arte de magia y tiene una explicación científica: Al ser estimulado por el etanol –el tipo de sustancia que conocemos como ‘alcohol’ –, el GABA –un neurotransmisor que es utilizada por las neuronas del sistema nervioso a la hora de comunicarse entre sí –produce  relajamiento y sedación del organismo, similar al efecto producido por los ansiolíticos, como el diazepan afectando a diversas partes del cerebro como las responsables del movimiento, la memoria y la respiración. Aunque no es más que una trampa. El etanol produce la muerte de las células nerviosas y la inhibición de las células de la corteza cerebral, donde se encuentran las áreas de asociación, responsables del comportamiento social. Por eso la persona ebria puede retroceder a un estado más salvaje y ‘loco’, porque la corteza cerebral pierde el control sobre estas inhibiciones. Pero la cruda realidad es que en realidad las células de nuestro cerebro se han deprimido.

Cuando cruzamos la frontera de más de 1 gramo de alcohol por litro de sangre, los síntomas empiezan a jugarnos malas pasadas como la dificultad en el habla, una mayor descoordinación, y de la sensación de euforia inicial se pasa a un estado de letargia o depresión. A menudo olvidamos que, aunque pueda parecer lo contrario, el alcohol es una droga depresiva que normalmente te lleva como en una montaña rusa: con poca cantidad tiene un efecto de euforia, pero luego tus emociones caen en picado y te invaden tus miedos, tus inseguridades y tus problemas. Esto también se explica de forma anatómica: si se continúa bebiendo, la de las células se extiende hacia abajo, a través de las áreas motoras, hasta los centros emocionales ubicados en el cerebro medio.

Pero cuando sobrepasas los 3 gramos de alcohol por litro de sangre… puedes tener consecuencias irreversibles para la salud como un coma etílico o provocarte la muerte. Lamentablemente, puedes beber alcohol más rápido de lo que puedes eliminarlo y por eso muchas personas no son conscientes de lo que están provocándose. Puedes sobrepasarte por la necesidad de encontrar la falsa euforia que te provoca el alcohol, en la que casi parece que tu cuerpo y tu pensamiento son dos cosas distintas, en la que no existe la culpa ni los problemas. Y precisamente esa deshinibición provocará que caigas en picado, e incluso puede apagar tu conciencia. Las personas que fallecen por una intoxicación alcohólica lo hacen a causa de un edema cerebral (el cerebro se hincha) y de pequeñas hemorragias distribuidas por todo el cerebro.

Pero no todos tienen consecuencias tan severas, y algunos ‘únicamente’ experimentan la ‘Amnesia alcohólica o blackouts’… Si no lo has experimentado, seguro que alguna vez alguien te ha dicho eso de ‘dime qué pasó ayer porque no me acuerdo de nada’ después de una fiesta. Y, aunque pueda resultar divertido, es una causa grave en el consumo de alcohol. Este ‘apagón cerebral’ nos puede crear situaciones de vulnerabilidad y peligro: nuestro cuerpo empieza a actuar de ‘modo automático’, por lo que no somos dueños del todo de nuestras decisiones y nuestras palabras. Esto se produce porque hemos interrumpido las funciones del hipocampo, estructura fundamental de la memoria. Suele coincidir en situaciones en las que hemos bebido en exceso y muy rápido, y dañamos los receptores del hipocampo que transmiten glutamato, necesario para que se produzcan las sinapsis entre las neuronas, por lo que temporalmente estamos incapacitados para crear nuevos recuerdos.

Además de estas consecuencias producidas durante el consumo de alcohol, después de unas horas aparece otra consecuencia directa, lo que conocemos comúnmente como resaca, que no es otra cosa que la deshidratación cerebral y que se produce porque el cuerpo tiende a eliminar el alcohol que consumimos mediante metabolización, expulsión o evaporación con la ayuda de otros órganos.

Pero el cerebro no es el único dañado… Aunque sus consecuencias se manifiesten más a largo plazo, el hígado es uno de los órganos más sensibles al alcohol. Él es el encargado de metabolizar aproximadamente 7 gramos de alcohol por hora. Por lo que si la sangre recibe 30 gramos de alcohol en una hora, y el hígado sólo puede metabolizar 7 gramos/hora, el hígado trabajará en exceso por disolver toda la sustancia y probablemente no pueda metabolizarlo todo y aumentarán los niveles de alcohol en sangre.


El consumo de alcohol a largo plazo

El consumo de alcohol está relacionado con más de 200 enfermedades, como el cáncer, la cirrosis hepática o algunos tipos de demencia, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero además de las enfermedades en personas alcohólicas, también existen consecuencias en el sistema nervioso central para aquellas que hayan hecho un consumo inteligente.

- Poca memoria. La aceptación del alcohol en nuestro día a día acarrea consecuencias mucho más discretas, pero no por ello menos perjudiciales. Las personas que consumen en exceso a lo largo de su vida desarrollan cambios estructurales en su cerebro, ya que tienen un menor volumen en el hipocampo, estructura fundamental para el correcto funcionamiento de capacidades como la memoria, la concentración y el aprendizaje. De hecho, un estudio de la Universidad de Compostela confirma que los jóvenes que consumen alcohol de forma intensiva tienen peor memoria o problemas para reconocer rostros que los que no beben.

- Falta de normas sociales. Además, también existen modificaciones en la corteza prefrontal y no rigen igual el autocontrol de la conducta, por lo que pueden no ajustarse a las normas y valores sociales aprendidos.

- Aparición de trastornos emocionales. El abuso de alcohol o alcoholismo se relaciona además con enfermedades y trastornos como la depresión, la ansiedad, la agresividad y el estrés. Por lo que si estás sufriendo alguno de estos síntomas, reflexiona sobre si realmente compensa los ‘artificiosas’ sensaciones que provoca su consumo. Incluso pueden llegar a desarrollar enfermedades mentales graves como la psicosis, y experimentar alucinaciones y delirios que les llevan a evadirse de la realidad. Además, pueden volverse más violentas y tener emociones agresivas. 

- Demencia. La demencia alcohólica se manifiesta cuando se dañan las áreas cerebrales encargadas de las funciones cognitivas. Los síntomas van apareciendo poco a poco, en forma de comportamiento antisocial (falta de empatía), cambios de personalidad y de humor, confusión, falta de concentración, incapacidad para organizarse y para tomar decisiones, etc.

- Síndrome Wernicke-Korsakoff (WKS). Las personas que beben grandes cantidades de alcohol durante largos períodos de tiempo corren el riesgo de desarrollar enfermedades graves como el síndrome Wernicke-Korsakoff (WKS). WKS es una enfermedad que consiste de dos síndromes separados, un desorden de corta duración y de condición grave llamado encefalopatía de Wernicke y un desorden de larga duración y debilitante llamado psicosis de Korsakoff. Los síntomas de la encefalopatía de Wernicke incluyen confusión mental, parálisis de los nervios que dan movimiento a los ojos y dificultad con la coordinación de los músculos. Aproximadamente del 80 al 90 por ciento de personas que sufren de alcoholismo con encefalopatía de Wernicke desarrollan también la psicosis de Korsakoff, un síndrome crónico y debilitante caracterizado por problemas persistentes de aprendizaje y de memoria. 

Fuente:

Instituto Nacional Sobre el Abuso del Alcohol y Alcoholismo (INAAA)

Redacción: María Segura

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