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Beneficios de dibujar

Beneficios de dibujar

¿Has oído hablar de los mandalas? Seguro que sí, pero si no te suena en absoluto, en este artículo descubrirás lo que son y, sobre todo, la multitud de beneficios que aporta a los adultos dibujar como una práctica diaria en su día a día.

Índice

¿Por qué dejamos de dibujar?

Claro, “tarea de niños decían”, pero seguramente no pienses lo mismo cuando descubras todo lo bueno que te va a aportar el dibujo después de un duro día laboral. Además, a todos los seres humanos nos gusta dibujar (o a casi todos), así que estás de suerte porque es algo que también podemos hacer casi todos nosotros. De hecho, según la revista Scientific American, una revista de divulgación científica, “dibujar es simplemente hacer líneas y puntos en el papel. Si sabes escribir tu nombre, puedes dibujar”.

De hecho, los adultos cuando fuimos niños comenzamos antes a dibujar que a leer y escribir, pues es, además, una forma de aprender sobre el mundo en el que vivimos, que todos acabamos tarde o temprano abandonando. Pero la pregunta es ¿por qué dejamos de dibujar? Pues bien, según algunos expertos, porque acabamos descubriendo otras formas de explorar el mundo o nos involucramos en otras actividades diferentes al arte. Nuestro cerebro cuando somos niños acaba yendo en algún momento mucho más rápido que nuestra habilidad motora por lo que acabamos por no saber dibujar lo que vemos.

Es a partir de los ocho o nueve años cuando los adultos intentamos plasmar una perspectiva (que resulta imposible) y acabamos frustrándonos y abandonándolo por completo. Para el ilustrador John Hendrix lo que hacemos, por ejemplo, los adultos al abandonar el dibujo es “dejar de divertirnos”, pues llega un momento en el que intentamos mostrar la luz, la composición, la forma, la línea, pero se nos olvida que después hay que jugar otra vez. Para Hendrix, “disfrutar es un primer paso esencial antes de encontrar buenas ideas”.

Beneficios de dibujar

Algunos de los beneficios que nos aporta a los adultos dibujar son los siguientes:

- Incentiva el pensamiento creativo. Dibujar sobre una hoja en blanco activa la comunicación y, además, dibujar y colorear es una muy buena actividad para el cerebro pues ayuda en la resolución de los problemas.

- Favorece la comunicación. Al plasmar los adultos nuestros sentimientos en un papel, después resulta mucho más sencillo analizarlos.

- Te conviertes en una persona más detallista. Al dibujar a mano alzada, aunque nos cueste creerlo, nos vamos convirtiendo poco a poco en personas más atentas y, sobre todo, con una concentración mayor.

- Aporta tranquilidad y relajación. Ya sabemos que dibujar disminuye el estrés y la ansiedad, pero también es importante saber que al ser una actividad totalmente recreativa y no tener al lado a nadie que nos pueda juzgar, acabamos dando rienda suelta a todas las emociones que hemos ido acumulando. Además, reducir el estrés disminuye el riesgo de enfermedades más serias como las cardiovasculares, el cáncer, etc.

- Mejora el funcionamiento cognitivo y la capacidad de resolver problemas.

- Ayuda a evitar la adicción a las pantallas (televisión, móvil, etc.).

Pero ¿qué pueden dibujar los adultos?

Mandalas. Así es. Los mandalas son representaciones simbólicas y espirituales del macrocosmos y microcosmos utilizadas sobre todo en el hinduismo y el budismo. Sin embargo, ahora están muy de moda entre los adultos.

De manera estructural, el espacio sagrado es representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. De hecho, el término “mandala” significa eso: “rueda o círculo” en sánscrito y tiene su origen en la India. Son concebidos siempre desde un punto de vista espiritual y sus beneficios suelen ser bastante apreciables para todos aquellos que practican la meditación. Y además de los beneficios que aportan en este campo, los mandalas son cada vez más utilizados en numerosas referencias decorativas dentro del hogar y como uso personal.

La utilización básica de los mandalas, sobre todo para los budistas, es la meditación, pues a través de la observación de sus múltiples formas y tratando de conseguir la calma, dejan la mente en blanco creando una conexión directa con la divinidad, es decir, que el mandala se convierte en un punto energético que ayuda a conseguir un equilibrio espiritual y a purificar su alma.

Actualmente los adultos (sean o no budistas) tienen la posibilidad de adquirir estos mandalas en algunos establecimientos donde los venden, e incluso la moda ha sido tal, que se han editado gran cantidad de libros y recopilaciones de mandalas dibujados en blanco, y en los que tanto niños como adultos podrán sobre ellos dibujar. Además, para los no tan niños se puede concebir como una especie de terapia y relajación, considerándose, además, como una afición bastante saludable.

Además, los tienes de todas las formas y colores que puedas imaginar. De hecho, los colores son los protagonistas de los mandalas por lo que el cromatismo permite alcanzar diversas metas concretas a la hora de, por ejemplo, meditar. El color rosa representa la dulzura y la serenidad, el amarillo, la luz, y el negro, la tristeza o el misterio.

En cuanto a las formas, principalmente, los mandalas tienen una forma básica y regular, pero pueden realizarse con muchísimas formas geométricas más. Lo más común es que el mandala aparezca dentro de un gran círculo en el que también se incluye una forma cuadrangular, pero siempre existirán variaciones a la hora de realizar estas representaciones dependiendo de la cultura, pues los hinduistas destacan más los yantras lineales, mientras que en la cultura budista llaman más la atención las propias figuras. Pero lo que siempre es seguro es que ¡te va a encantar!

Y tú qué ¿también quieres dibujar?

Fuente:

Girija Kaimal, Kendra Ray & Juan Muniz (2016) Reduction of Cortisol Levels and Participants' Responses Following Art Making, Art Therapy, 33:2, 74-80, DOI: 10.1080/07421656.2016.1166832

Valdés G, José Luis, & Torrealba L, Fernando. (2006). La corteza prefrontal medial controla el alerta conductual y vegetativo: Implicancias en desórdenes de la conducta. Revista chilena de neuro-psiquiatría, 44(3), 195-204. https://dx.doi.org/10.4067/S0717-92272006000300005

Redacción: Ana Ruiz

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